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domingo, 17 de febrero de 2008

"Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" (2007).


-- "Sweeney Todd, the Demon Barber of Fleet Street". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Tim Burton.
-- Actuación: Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Timothy Spall, Sacha Baron Cohen, Jamie Campbell Bower, Laura Michelle Kelly, Jayne Wisener, Ed Sanders, Gracie May, Ava May, Gabriella Freeman.
-- Guión: John Logan, basado en el musical de Hugh Wheeler, basado a su vez en la obra teatral de Christopher Bond.
-- Banda Sonora: Stephen Sondheim.

-- "Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" en IMDb.
-- "Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

¡Oh, no hay lugar como Londres...! En Londres pasa de todo. Callejuelas estrechas, ampulosidad victoriana dizque-Burton... Familias bellas, conformadas por un joven naif, una bella esposa y una adorable hija... Un juez corrupto, a quien la lascivia lo impulsa por los derroteros de la venalidad... Un regreso, para ajustar cuentas con el pasado... Benjamin Barker ha regresado a la ciudad, a Londres, para vengarse por el cruel destino que su esposa y su hija han sufrido a manos del juez, y para ello, asume la identidad de Sweeney Todd, quedándose arriba de una pastelería semiquebrada por el alza del precio de la carne (sí, hacen pasteles de carne). El bueno de Sweeney, obsesionado como está con la venganza, no se da cuenta de que la pastelera tiene segundas y lúbricas intenciones con él, pero sí alcanza a notar que ella lo ayudará con todo lo necesario para que las navajas de Sweeney Todd hagan el trabajo de la venganza. Mientras tanto Johanna, la hija de Sweeney Todd, ha florecido como un lindo pajarito en medio de halcones, y se le entra en el ojo al marino que ha acompañado a Sweeney Todd de regreso al puerto de Londres; en mala hora, porque maldita sea si eso le hace gracia al juez Turpin, que ha adoptado a la chica como pupila, y se la está reservando para echársela. Paralelamente, Sweeney Todd consigue retar a un farsantesco barbero vendetónicos, y con eso se hace de cartelera y prestigio como barbero, la suficiente para que los indeseables que deben ser, ejem, "afeitados" de la sociedad, acudan a su barbería. Porque el plan es brillante y consta de dos fases: el barbero se encarga de la degollina, y después la pastelera se encarga de hacer desaparecer los cuerpos, de maneras muy apetitosas y nutritivas...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hubo una época en que los musicales eran highlight y soft, se trataba de evadir al público llevándolo a un mundo de fantasía e ilusión con baile y música linda, lejos de nuestro infeliz y darwiniano capitalismo depredador... Y esos tiempos han pasado a mejor vida. Durante los tristes '70s, el mundo en general fue volviéndose más oscuro, y los musicales de Brodway (OK, Broadway y Londres, digamos), en consecuencia, hicieron lo mismo. El rock invadió el territorio en "Jesucristo Superestrella" y "Grease", la competencia despiadada y darwiniana se hizo presente en "A Chorus Line", la historia política apareció en "Cabaret" y "Evita"... Y era cuestión de tiempo antes de que alguien inventara el musical de horror. Lo hicieron Hugh Wheeler y Stephen Sondheim, adaptando una vieja leyenda del XIX londinense, sobre un barbero asesino en serie que se deshace de sus víctimas con la inapreciable ayuda de una cocinera fabricante de chupe de barbudos. La idea prendió, y nuevas obras generaron después un verdadero subgénero de horror musical, alcanzo su cúspide quizás (en calidad puede discutirse, pero en fama al menos) con "El Fantasma de la Opera", del incombustible Andrew Lloyd Weber, en 1986. La obra original quería ser una parábola o sátira del capitalismo, aunque por otra parte, como es tradición en el musical, los nudos argumentales más primarios (la venganza, el romance...) terminaban comiéndoselo todo. Y hablando de comer: hay canibalismo en la obra. Piensen en la mentalidad ultraconservadora de los grandes dueños de estudios en Hollywood (esa mentalidad que los lleva a rodar pelis tipo "confórmate con el orden establecido, con el que nosotros nos hacemos la pasta"): ¿adaptar una obra que ridiculiza el capitalismo con una historia de venganza de dos pujantes y siniestros hombres de negocios tratando de crear su propio McDonalds victoriano con una Big Hamburguer con doble hamburguesa de humano? Impensable. Eso, hasta que en los tempranos 2000, el gothic se volvió un negocio rentable, gracias a la expansión del movimiento darkie. Ya Andrew Lloyd Weber había dado el disparo inicial en la carrera, consiguiendo una fastuosa y muy subvalorada adaptación de "El Fantasma de la Opera". Era tiempo de ir al inicio, a las raíces del horror musical. Era el tiempo de... ¡¡¡SWEENEY TODD!!!

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partamos por la dirección. Es una de Tim Burton. Y por más señas, es una con el estilo de Tim Burton (o sea, no es "El planeta de los simios"). Ahora, eso es un plus o un contra según se quiera ver. Hagamos historia. A fines de los hiperoxigenados '80s, Tim Burton empezó a hacerse un lugar por medio de un cine que recurría conscientemente a la maqueta, a lo falso y al pastiche, parodiando los usos y costumbres ochenteros, e invirtiendo toda la luminosidad '80s en oscuridad '90s, como es evidente en pelis como "Beetlejuice", "Batman" o "El extraño mundo de Jack". El problema para Tim Burton es que su cine estilo "niño rebelde" se convirtió en su sello de fábrica, quizás porque en el fondo el propio Tim Burton fue desde siempre demasiado sensible y consentido, y cuando la industria empezó a mimarlo de manera maternal por eso precisamente, por ser demasiado sensible y consentido, no pudo, no quiso o no supo cómo madurar hacia un tipo de cine más reflexivo. O sea, realizó una eficaz labor de demolición en los '80s, pero la segunda parte de la revolución, o sea la propuesta, no llegó nunca. Y eso que a ratos da señales de poder algo más ("Ed Wood", "El gran pez"). De modo que el cine de Tim Burton funciona por fases: a veces quiere salirse del marco, mete las patas hasta el fondo (ahí tienen "El planeta de los simios"), o bien no tiene taquilla suficiente, y maltrecho y malherido, con la cola entre las piernas, regresa a lo suyo de siempre, a su fórmula patentada, al pastiche darkgoth, como lo hizo con "El cadáver de la novia". Y así nos va. Por eso decía que ser una de Tim Burton es un punto a favor o no. Si te gusta el cine más emblemático de Tim Burton, cosas como "Batman" o "El extraño mundo de Jack", entonces te gustará "Sweeney Todd". Sin embargo, si piensas que ya está bueno de todo eso, que estaba bien para los '90s, pero es que miren, ya estamos terminando el 2000 y ya vamos para la segunda década del XXI, y el mundo sigue girando después de todo, y los jóvenes pistoleros que golpearon la mesa con el individualismo noventero han debido transfigurarse en los rectores de una nueva generación... (¡el 2008 cumples 50 años, Burton, ya no es edad para andar de chico rebelde, payaso!).

-- Vamos ahora a la adaptación en sí. Adaptar un musical siempre es un asunto complicado. Si adaptas una novela, puedes meter elementos o sacarlos a gusto, porque casi nadie espera una adaptación word by word (bueno, casi nadie, ahí tenemos los fanáticos que coparon "Harry Potter y la piedra filosofal" o "El Código da Vinci"). Si adaptas una obra teatral, tienes el guión casi listo. Pero un musical es otra cosa. Un musical involucra no sólo diálogo, sino también canciones, y las canciones no son llegar y recortarlas. Puede hacerse, claro está, pero esto con mucho tino y arte. Además, lo que en el escenario pasa bien, porque debido a la limitación de medios uno espera que el teatro sea, digamos, un tanto más abstracto, en el cine con la vocación naturalista de la cámara espía no siempre funciona. Alardes escenográficos como "Jesucristo Superestrella" o "Chicago" aparte, los escasos musicales que han llegado al cine, como "Evita" o "El Fantasma de la Opera", han optado generalmente por puestas en escena más naturalistas, que desde luego involucran que el presupuesto se dispare a cañonazos. En el caso de "Sweeney Todd", la opción de Tim Burton es darle el tratamiento de maqueta que es su sello de fábrica (¡cómo habrán profitado las fábricas de cartón corrugado con las pelis de Burton en los últimos veinte años!), acompañado de las ahora inevitables animaciones CGI. Y funciona. El resultado es más que aceptable. Se ve realista, pero mantiene una cierta distancia, que permite idealizar su tanto un argumento que, bien mirado, es bastante retorcido para los cánones del cine comercial, y suaviza su impacto para las almas más sobresaltadas.

-- Las actuaciones en general están bien. Johnny Depp, usualmente un buen actor, resulta un tanto fallido aquí, y es que después de verle en tanto rol de chico bonito, cuesta un poco concebirlo como un personaje diabólico (y después de todo, la peli se llama "el barbero diabólico de la calle Fleet"...), y su interpretación tiende a ser más bien plana (cejijunto toda la peli, para que entendamos lo malo y atormentado que es), además de no ayudarle demasiado un estilo vocal que, digámoslo desde ya, no ha sido hecho para musicales. A su lado, Helena Bonham Carter nos devuelve el alma al cuerpo con una actuación que levanta todo lo que se puede levantar de una peli. Y Alan Rickman como el juez malvado, es una más que soberbia elección; con él de villano, es que el personaje se actúa solo, si me preguntan (¿Alan Rickman, dicen ustedes? Bien, veamos: "Duro de matar", "Robin Hood: Príncipe de los ladrones", "Héroes fuera de órbita", "Harry Potter y la piedra filosofal" y secuelas, como el ambiguo Severus Snape...). El resto está de comparsas, así es que pasaremos de ellos.

-- El espíritu original de la obra iba de crítica social. Aquí, la crítica no es demasiado evidente, que digamos. Pareciera casi impostada. Es claro que lo que a Tim Burton le importa, es la venganza, lo macabro y el chiste negro de hacer música ligera sobre eso. Pero en fin, algo de crítica social se rescata, así es que está bien.

-- El momento ciberorgánico steampunk de la peli: "Now, my arm is complete!!!".

IDEAL PARA: Fanáticos de Tim Burton, conocedores del musical (¿los habrá, en Chile...?), y en general, los que adoren las bizarradas.

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