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domingo, 28 de enero de 2007

"El coloso de Rodas" (1961)


"Il colosso di Rodi". Dirigida por Sergio Leone. Protagonizada por Rory Calhoun, Lea Massari, Georges Marchal, Conrado San Martín, Angel Aranda, Mabel Karr, George Rigaud, Roberto Camardiel. España / Italia / Francia. Año 1961.

¿De qué se trata?
Darío acaba de llegar desde Atenas a la isla de Rodas, la "isla de la paz", y descubrirá que "paz" es allí tan solo una palabra. La isla tiene una estatua descomunal en la entrada de la bahía, un coloso, que es el símbolo de su gloria, y que ha sido construido con el trabajo de esclavos, por lo que el pueblo le tiene inquina a su rey Serse (sí, un tirano griego se llama con un nombre de reminiscencias persas, y el héroe también, ¿algún problema con eso?). Darío es testigo de dos intentos de asesinato contra Serse, en el lapso de poquitas horas, por lo que toma una actitud un tanto displiscente con respecto a Rodas (están majaretas, estos rodenses), al tiempo que trata de echar su caballería ateniense sobre una chica que es pura aristocracia y jueguitos de "ahora sí, pero no". Los rebeldes, por su parte, le han echado el ojo, porque el hombre podría ser quien viajara a Atenas a defender su causa y obtener aliados allá, para derrocar a Serse (vendepatrias, que les llaman). A la vez, por un desafortunado accidente, Darío termina en la mira de Serse, quien desconfía hasta de la sombra bajo su cama. En consecuencia, Darío no puede abandonar Rodas. Y cuando lo intenta, se embarca sin saberlo en una barquichuela rebelde. Pero ahí está el coloso, que en realidad no es una simple estatua, sino una verdadera B.O.T.A.F. (Base de Operaciones Táctica Altamente Funcional), que sólo le falta caminar para ser un mecha japonés. Darío termina en las mazmorras como un rebelde más, pero al ver la nobleza moral del jefe rebelde, se convierte sinceramente a su causa. Pero aunque cree que Serse es el enemigo, éste en realidad es rey muerto caminando: su principal asesor ha efectuado un lucrativo pacto con Fenicia, que ha puesto a su disposición un poderoso ejército de comandos, listos para apoderarse del trono.

El espíritu de los tiempos.
En el siglo III a.C., el Coloso de Rodas fue considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo, pero sólo se mantuvo en pie unos cincuenta años, desplomándose a consecuencias de un terremoto. Parecía que nunca más se iba a levantar, pero a finales de los '50s, los éxitos sucesivos de los filmes "Ulises" y "Hércules y la reina de Lidia" (por no hablar de taquillazos cristianoides como "Quo Vadis" o "El manto sagrado") resucitaron el viejo cine de griegos y romanos, que había tenido una época de esplendor en el tiempo del mudo, pero que ahora se veía algo demodé. Fue la época dorada del peplum, la historia en donde un forzudo héroe griego o romano las emprende contra un tirano opresor y violento, y finalmente vence. No faltaron los intentos, por supuesto, de hacer peplum de altura, con una trama más compleja y efectos especiales más vistosos. En Hollywood, esto se intentó por el camino yanki: invertir más y mejor. En Europa, se intentó por el camino de la medición presupuestaria, el aprovechamiento de escenarios naturales y la menor soldada de los extras. "El coloso de Rodas" es una muestra de este peplum europeo de pretensiones: que hubiera cuatro guionistas a cargo (y parece que sumando los no acreditados, sumaban ocho) revela algo sobre esto. Irónico, si se considera que es otro filmes de "rebelión contra el tirano", aunque animado por pasables efectos especiales, y una trama política algo más elaborada en donde hay varios villanos trabajando cada uno para llevar bronce a su propio coloso.

¿Por qué verla?
- Es una película aceptablemente entretenida. Es bastante lenta para los cánones actuales, pero la trama, al menos en su primera mitad, no es excesivamente lineal. La segunda mitad, eso sí, deviene en personajes alineados (buenos y malos) y es más predecible. Pero en fin. Incluso hasta el final, deus ex machina incluido, es interesante gracias al despliegue de efectos especiales, que no se ven tan mal como el paso del tiempo podría hacer temer.
- Los efectos especiales son buenos, tan buenos como se podían conseguir a base de maquetas en la era pre-ILM. Donde se lucen, aparte del cataclismo final, es por supuesto en el coloso mismo.
- Detalles sádicos. Eso era moneda corriente en el cine de aventuras de la época, pero por algún motivo, ha desaparecido de la cartelera actual. La sala de torturas y los refinadísimos tormentos a que son sometidos los prisioneros, tienen un buen regusto sádico. Y ni hablemos de la estatua del coloso descargando plomo fundido sobre las embarcaciones...
- La política cambia, pero las lecturas políticas permanecen. La política internacional es presentada en plan "Grecia contra Fenicia"; ¿no les suena a "Estados Unidos contra la Unión Soviética"? A pesar de toda su riqueza, Rodas es presentado como un peón del juego político internacional, y lo que es peor, son los propios rodenses quienes llaman a los extranjeros en auxilio propio. La gran diferencia es que el villano se vuelve hacia Fenicia (¿hacia Oriente, hacia la Unión Soviética?) y los héroes hacia Grecia (¿hacia Occidente, hacia Estados Unidos?). Y ni hablemos del detalle de la cabeza del coloso de Rodas abierta para lanzar plomo fundido contra los rebeldes: se diga lo que se diga, esa estatua lanzando plomo fundido contra los "buenos" tiene una apariencia innegable a Estatua de la Libertad... Esta clase de libertades son, por supuesto, gracias a que el filme no es yanki sino europeo. ¿Quién otro, salvo el Mel Brooks de "La loca historia del mundo" o "Hay un loco suelto en el espacio" se atrevería a tanto...?

IDEAL PARA: Ver una de romanos, europeo, de cierta altura, aunque con algo de paciencia oriental.

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