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domingo, 24 de septiembre de 2006
"El rey de los huevones" (2006).
-- "El rey de los huevones". Chile. Año 2006.
-- Dirección: Boris Quercia.
-- Actuación: Boris Quercia, Angie Jibaja, Rhandy Piñango, Tamara Acosta, Diego Hurtado, Daniel Vilches, Ernesto Belloni.
-- Guión: Boris Quercia.
-- Banda Sonora: Manuel Riveiro.
-- "El rey de los huevones" en su sitio oficial de Internet.
-- "El rey de los huevones" en IMDb.
-- "El rey de los huevones" en la Wikipedia en inglés.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Anselmo es el rey. El máximo. El prócer. El Padre Fundador. Pero el rey de los hueones (en Chile, ser huevón, o coloquialmente "hueón", significa ser tonto, asopao, agilao, gil, cretino, tarado, menso, bruto, zonzo, boludo, todo eso en superlativo). Se ganó el apelativo cuando en su humilde taxi encontró un maletín lleno de dinero, y en vez de embolsicárselo, lo devolvió a la poli. Y después, porque los títulos regios son títulos regios y no hay que perderlos, ha seguido yendo de imbécil por la vida. Dejó que la neumática Sandra se le escapara, y ahora se va a casar con un amigo guardia de seguridad, que le pega sablazos inmisericordemente (sablazo: en chileno antiguo, pedir dinero prestado sin intención de devolverlo). En el trabajo, los otros taxistas son más avispados, y le quitan la clientela en las narices. De esta manera, cuando aparece una bella peruanita con un cuerpo de chica playboy y con un niñito chico, cae por caliente en la más vieja emboscada del mundo: le endilgan el niño. Ahora, el rey de los huevones tiene un súbdito, y tendrá que hacerse cargo de él por tiempo indefinido, todo por una vaga insinuación de que el taxista podría comerse un pedacito del pastel de carne made in Perú. Lejos de ser un ángel que le de un empujoncito a su vida plana y gris, la peruanita sólo le trae problemas al taxista. Ella misma está metida hasta el pescuezo con unos malandrines de baja estofa, el niño chico es un desastre de comportamiento, y para colmo, Sandra se pone celosa. Si ya era el rey de los huevones con distinción, ahora va camino por la corona imperial. Y quizás la gane.
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Lo hemos dicho antes, pero para nuestros nuevos lectores de Cine 9009: el cine chileno está abandonando esa asquerosa tendencia de que cada filme debe ser la quintaesencia del alma chilena, y que esa quintaesencia está en la mugre y la hez social, para estallar en una califragilística explosión de géneros distintos ("Kiltro", "Límite", etcétera). Una de las películas señeras en esto fue "Sexo con amor", también de Boris Quercia, que en Chile batió récords de taquilla con su fórmula de comedia ligera y levemente eroticona, al estilo italiano de los '70s, y que de paso mostraba la horrorosa realidad sexual chilena. Con la vara anormalmente alta, para ser cine chileno, Boris Quercia la tenía difícil. Todos esperaban otro "Sexo con amor", y lo que es peor, el propio Quercia se abocó a la tarea de producir otro "Sexo con amor". El resultado es bueno, por cierto, pero digámoslo desde ya: no es otro "Sexo con amor", aunque se esfuercen.
¿POR QUÉ VERLA?
-- La premisa de base es corrosiva en grado máximo, políticamente muy incorrecta... pero lastimosamente cierta. El tipo que trata de ser honrado y cabal con los demás, pasa por imbécil, por huevón. Los vivales, los despiertos, los que pueden aprovecharse del prójimo sin misericordia alguna, ésos son los triunfadores. Todos los personajes de la película son supervivientes darwinianos natos. Incluso el taxista que oficia de prota, en cierto aspecto es también tres cuartos de lo mismo: asumiéndose como el rey de los huevones, se construye una identidad distintiva y reconocible, y se comporta como una sanguijuela emocional dando lástima a los demás (aunque por suerte, sin llegar a los extremos vampíricos del Chavo del Ocho). Desde esa perspectiva, su comportamiento no es exactamente naif.
-- La descripción de la sexualidad chilena que hace la película, es desoladora. La chica chilena es reprimida y llena de conflictos, dudas, vacilaciones, temores e incertidumbres. Eso dentro de la pantalla, claro, pero fuera de ella la cosa no es excesivamente distinta, que digamos. La chica extranjera, por el contrario, es suelta y anda por la vida exhudando sensualidad. Nótese la diferencia de desempeño entre ambas, en la cama. El que estos prototipos resulten tan nítidos en la pantalla, y que nadie se queje por eso, es un claro indicador de lo desastrosas que son las mujeres chilenas en las relaciones sentimentales. Lástima que en Chile las extranjeras no sobreabunden, como no sean las rameras argentinas que vienen a trabajar en la TV chilena. Y a ver si las chilenitas, con ver la película, algo aprenden.
-- Las chicas. De sexo, la película tiene más bien poco (casi nada). Pero la peruana Angie Jibaja luce cuerpo a discreción y sin escándalo. Tamara Acosta, en cambio, de haber sido la musa del cine chileno de finales de los '90s (léase "El chacotero sentimental" o "El desquite"), aparece quizás demasiado adocenada: con suerte se ve algún escote. Lástima (y tengo la impresión de que para la próxima vez NO será, tampoco).
-- Su humor sarcástico. La película tiene algunos chistes fáciles, pero casi todo su humor es pura y ácida ironía. Es a través de ésta donde se desliza todo el pesimismo darwinista del filme. El peor chiste de todos es, por supuesto, el final. ¿Es un final feliz? ¿Es un final triste? Que el espectador juzgue.
IDEAL PARA: Entender un poco por qué la vida en Chile es un perpetuo coitus interruptus.
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