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domingo, 18 de junio de 2006

"Dos por el dinero" (2005)


"Two for the money". Dirigida por D. J. Caruso. Protagonizada por Al Pacino, Matthew McConaughey, Rene Russo, Armand Assante, Jeremy Piven, Jaime King. Estados Unidos. Año 2005.

¿De qué se trata?
Cuando niño, el pobrecito prota estaba convencido de que si ganaba y ganaba trofeos en el olvidable rubro del deporte, papi se iba a quedar con él. No se quedó, la bebida fue más fuerte. Años después se hizo deportista profesional, hasta que una salvaje lesión lo dejó fuera de las pistas. Se dedicó a trabajar en el negocio de la consejería de apuestas (y es que los yankis de todo hacen negocio), hasta que lo llama un pez gordo ofreciéndole el empleo de su vida por hacer eso mismo, predecir apuestas. Cuando llega, descubre lo que todos más o menos sabemos por esa clase de películas estilo "Wall Street", en donde los arribistas se encuentran con que tienen que vender su alma al diablo para tener dinero, mujeres, etcétera. Bien, nuestro prota decide también que su alma está en venta por un módico precio, y se deja envolver por su nuevo jefe y su labia monumental (¡es Al Pacino, hombre, cómo no va a tener un buen blablá!). Le echa también un vistazo a la señora del jefe, que está madurona, pero aún sexy. Y en particular, le toma el gusto a eso de ser el as, el nuevo, el protegido, y no considera que los dioses son particularmente envidiosos del éxito de los mortales. El resto de la película es bastante predecible, pero aún así no voy a adelantar acontecimientos (además, me pregunto si vale la pena).

El espíritu de los tiempos.
En los '80s estuvieron de moda esas películas de arribistas que llegan a la cima vendiendo el alma al demonio, y después tratando de recobrarlas de vuelta. Se justificaba: era el tiempo de los yuppies, los Chicago Boys, la especulación y el dinero fácil, la época dorada en donde los sicarios de Ronald Reagan gustaban más de la especulación que del trabajo duro y honesto de toda la vida. Esos buenos y viejos tiempos nunca han vuelto, pero ese tipo de cine que contrapone el valor del individuo vs. la maldad de las corporaciones llegó para quedarse (pensamos en "Robots", "En buena compañía", etcétera). Esta película va más o menos por esos rumbos.

¿Por qué verla?
- A pesar de que la premisa de la película está vista a más no poder, el guión no toma el rumbo más obvio. O sea, no se decanta por el contraste maniqueo entre "pobres de toda la vida buenos vs. depredadores económicos malos", ni tampoco se va a meter a las procelosas aguas del triángulo amoroso (no de lleno, al menos). En ese sentido, la película tiene un desarrollo bastante humano y realista (descontado el hecho de que el prota es un prodigio adivinando resultados de partidos, a una escala virtualmente inhumana, pero en fin, esto es cine, después de todo), e intenta irse por el lado de la metáfora sobre que la vida es en general una apuesta (y por cierto, pusimos especial cuidado en decir la palabra "intenta" en vez de "consigue"). Se puede cuestionar qué tan entretenido o qué tanto jugo arroje este enfoque del guión, pero al menos toma algún riesgo en vez de seguir los trillados caminos de la moralina antitrust.
- Las actuaciones. Y es que después de verla, uno hasta cree que Matthew Conaughey, que ha hecho ilustres ridículos actorales en filmes como "Tiempo de matar", "Contacto", "U-571", "Experta en bodas", "El reinado del fuego" o "Cómo perder a un hombre en diez días", tiene en verdad dotes actorales. Al Pacino, por su parte, aunque no está en su mejor forma (hace años que no lo está), se deja de lado algunos tics y mañas propios de la edad (hacer papeles demasiado vociferantes para lucirse y cosas así) y se esfuerza por recrear un jefe que es también un ser humano bastante conflictuado, en las antípodas de su penoso rol como John Milton en "El abogado del diablo". Rene Russo, a pesar de estar vieja, flaca y huesuda en este filme, deja caer algún encanto madurón también. No son actuaciones que cambien la historia de la dramaturgia mundial, ni tampoco salvan por completo la película, pero al menos hacen más atractivo seguir el más bien plano desarrollo de la misma. Mención especial para Armand Assante, que aparece en apenas dos secuencias del filme, pero que en ellas demuestra por qué es Armand Assante, y tú a recolectar gavillas en el campo, hijo mío.

IDEAL PARA: Ver una película de trepas ambiciosos con actuaciones decentes y sin sobredosis de moralina.

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