11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 28 de mayo de 2009

"El hombre que quiso ser rey" (1975).


-- "The Man Who Would Be King" (título original en inglés), "El hombre que sería rey" (título en México), "El hombre que pudo reinar" (título en España). Inglaterra / Estados Unidos. Año 1975.
-- Dirección: John Huston.
-- Actuación: Sean Connery, Michael Caine, Christopher Plummer, Saeed Jaffrey, Doghmi Larbi, Jack May, Karroom Ben Bouih, Mohammad Shamsi, Albert Moses, Paul Antrim, Graham Acres, The Blue Dancers of Goulamine, Shakira Caine.
-- Guión: John Huston y Gladys Hill, basados en la historia corta de Rudyard Kipling.
-- Banda Sonora: Maurice Jarre.

-- "El hombre que quería ser rey" en IMDb.
-- "El hombre que quería ser rey" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

La India, el siglo XIX: mosquitos, malaria, agua de quina, fakires, british soldiers... Un escritor yace en su mesita: es nada menos que... ¡¡¡RUDYARD!!! Vamos, hombre, si nunca has leído a Rudyard Kipling ("El libro de la selva", por más señas), mejor amárrate una piedra al pescuezo y arrójate a un pozo, que pocos escritores combinan como él la calidad literaria, la profundidad temática y la amenidad narrativa. Pero volvamos a la ficción. Está Kipling escribe-que-te-escribe, cuando aparece uno de esos hombrones medios salidos, con señas de lepra o algo peor, diciéndole "¿me recuerdas?". Y, oh, bueno, mientras me recuerdas, me zampo un trago... Aaaaaahhhhhh, better. OK, let's go. Estuve acá hace un tiempo atrás con un amigo, ¿recuerdas? El otro, como que empieza a recordar. Estaba en un vagón de tren y conoció al tipo que ahora está reducido a andrajos, sólo que en ese entonces el tipo no era una lástima ambulante sino nada menos que... ¡¡¡MICHAEL CAINE!!! Cuando Michael Caine tiraba pinta y arrancaba suspiros en los corazones de las féminas, of course. OK, el caso es que este tipo es un milico con vocación de aventurero y tendencia a hacer sus propias reglas, que al descubrir que Kipling es un hermano... (o sea, que es un masón, vamos) lo engatusa para que lleve un mensaje a... ¡¡¡SEAN CONNERY!!! (yes, Michael Caine and Sean Connery, together alive in their first cinema movie ever!!!). En las andanzas que el parcito se mueven, implica blackmailear a un poderoso rajá, haciéndose pasar por reporteros del diario esto o aquello. El problema es que el propio Kipling es el reportero del diario esto o aquello, y corre raudo y veloz a hacer el acusete. La azotaína que les iba a caer era de encargo, pero resulta que el par de caraduras saben demasiado sobre cierto asunto que implica a cierta hermana de cierto funcionario que tenía que castigarlos, así es que la pena misteriosamente se hace más leve. Pero como los monzones de la India no son muy favorables para el espíritu emprendedor del par de caraduras, pues bien, prefieren sanearse un poco de los aires palúdicos de la India y le comunican a Kipling que irán a un país más allá de todo lo conocido, llamado Kafiristán, en donde se aprovecharán de los buenos nativos enseñándoles técnicas militares y haciendo a uno de sus reyezuelos el más poderoso, y después... ¡¡¡adios reyezuelo!!! Y serán reyes. El plan es bueno, si exceptuamos el hecho de que nadie ha conquistado Kafiristán desde la época de Alejandro Magno, 2214 años atrás (luego, la historia nos sitúa en 1886), que antes hay que pasar por territorio afgano y los afganos en la época no son los talibancitos de chocolate que les echan un par de Bush encima y se les cae el país entero, y que en Kafiristán las cosas se pondrán peor cuando se los tome no por reyes, sino... por dioses...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Aunque no lo crean, hubo una época en que hablar de colonialismo e imperialismo era políticamente correcto, y que nadie dudaba de que sobre las cansadas espaldas del conquistador caucásico pesaba la Sagrada Misión del Hombre Blanco de extender la civilización por todo el planeta, con sus hordas de salvajes nativos incluidos (quienes, en agradecimiento por el precioso don que Occidente compartiría con ellos, deberían aceptar felices su propia sumisión, así como el expolio inmisericorde de sus recursos naturales, y de la manera en que el Museo Británico se engordó con colecciones egipcias auténticas ya no hablemos). Bueno, no me refiero a George W. Bush y la Neocon Imperialistic Orchestra, o a los termocéfalos idealistas del Project for the New American Century. Me refiero al Imperio Británico y su generoso idealismo en llevarles la civilización a africanos y asiáticos, a sangre y fuego si fuera preciso, faltaba más, si no se los puede dejar solos y hay que protegerlos de sí mismos, caramba. En este contexto floreció Rudyard Kipling, que compensa su espíritu reaccionario con una gran prosa literaria y un enorme empuje narrativo, cualidades ambas hoy por hoy lamentablemente perdidas en la mayor parte de los escritores actuales. Durante la primera mitad del XX, Kipling fue un escritor bastante socorrido para el cine, porque el colonialismo aún era de bon ton, y aún en fecha tan tardía como 1967, Walt Disney se dignó de hacer su propio "El libro de la selva", por no hablar de las varias versiones de Kim de la India y similares. No es raro que John Huston, director que hacía un tipo de cine que ya lucía un tanto old-fashioned en su propio tiempo, y ya no digamos en el nuestro, se fijara en este relato kiplinguesco para realizar una adaptación fílmica. El proyecto tardó cerca de veinte años en cuajar: se suponía que iban a protagonizarlo Humphrey Bogart y Clark Gable, después Burt Lancaster y Kirk Douglas, después Paul Newman y Robert Redford... Bueno, seamos justos, Huston tenía visión en esto, cualquiera de las dupletas protagónicas hubiera sido un lujo. Cuando logró realizar esta peli (en una época en que ya los primeros propuestos estaban los dos criando malvas), el testigo cayó en Sean Connery y Michael Caine, ambos actores hot en su época, potenciándose mutuamente en la que probablemente es una de las más grandes aventuras de sus vidas. Sus vidas fílmicas, al menos. Tan grande, que en español es conocida nada menos que con ¡¡¡TRES!!! nombres distintos: "El hombre que quiso ser rey", "El hombre que sería rey" o "El hombre que pudo reinar".

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una buena-y-vieja historia de aventuras. De las como las de antes. Cuando lo que importaba era tener una historia con empuje, sin necesidad de adornarla con truculentos FXs para engañar a la audiencia. Es altamente probable que el espectador promedio, intoxicado con cosas como Dragonball Z o Naruto, no le encuentre el chiste a una de aventuras en donde los protas carecen de superpoderes (seguro que si hicieran el remake ahora, para venderlo tendrían que hacer que fueran dioses de verdad y tener superpoderes molones, o algo así). Pero quien ame la aventura por la aventura, la aventura de toda la vida, tendrá acá una gran peli: protas caraduras, viaje, llegada a un país exótico, héroes tomados por dioses... Todos los ingredientes están acá. Quizás lo único que falta sea una subtrama romántica para que el cuadro sea completo, pero créanme: no se echa en falta. Bueno, hay un encaprichamiento romántico por ahí. Y están esos subtextos homoeróticos propios de toda camaradería demasiado íntima entre dos coprotas masculinos... Ah, no, eso no, olvídenlo, se me olvidaba una escena en donde Michael Caine deja bien claro que él es machito (una escena en que le ofrecen el efebo que elija, para su placer personal). Bueno, es la costumbre, perdón.

-- Masones macarras. Así como suena. Lo repito. Masones macarras. Porque eso son los protas, dos hermanos que andan permanentemente al rebufo de su logia por caraduras. (De esto, la peli se aprovecha para hacer una británicamente sutil burla de la Masonería en general, ehm: ¿recuerdan ese episodio de los Simpsons en que Homer Simpson termina de jefe en la venerable y antigua hermandad de los magios? Bueno, ya saben a quién le robaron el guión). E interpretados por dos héroes en estado de gracia, como son Sean Connery y Michael Caine. Ya saben por dónde pueden irse metiendo "Desde el infierno" o "La liga de los caballeros extraordinarios".

-- Démosle algo de crédito a John Huston, idolatrado director de cine (idolatrado por "los que saben", vamos, que quien sea lector atento y habitual de Cine 9009 sabrá que tengo una opinión en general buena de él, pero con cierta displiscencia). John Huston se mueve como pez en el agua en dos registros, el Cine Noir y el cine histórico, justamente por ese preciosismo formal que posee (y al que, digámoslo, sacrifica la carne y substancia de los personajes, muchas veces, algo que en esta peli no se nota porque es de aventuras). En muchos sentidos, para el venerable hombre tras "El halcón maltés", "El tesoro de la Sierra Madre", "Mientras la ciudad duerme", "La Reina Africana", "Moby Dick", "La noche de la iguana", "La Biblia" o "La carta del Kremlin", esta peli es casi testamentaria. Ya en esos años, el estilo de cine que practicaba Huston había quedado por completo demodé. De no ser por Sean Connery o Michael Caine, uno podría buenamente pensar que esta peli fue rodada veinte años antes. Pero Huston hace lo que sabe hacer, y lo hace bien. Recurriendo a los siempre bien socorridos paisajes de Mauritania, crea un Kafiristán pobretón, y a la vez terriblemente épico, sacándole el máximo partido posible a todos los escenarios (las secuencias de viaje son pura épica gracias a sus grandiosas tomas panorámicas). Tampoco se engolosina con las escenas: apenas ha dicho todo lo que tiene que decir de alguna, introduce de manera espartana, y vamos a la siguiente escena. El resultado es que la peli dura un cachito más de las dos horas, pero al terminar pareciera que hubiéramos asistido a una de esas producciones monumentales de tres horas en que han pasado muchas cosas y hemos visto mucho mundo. Ya Peter Jackson podría haber aprendido un poco de acá para realizar sus mayestáticas producciones épicas.

IDEAL PARA: Ver una peli de aventuras hecha como corresponde, caramba.

3 comentarios:

David Cotos dijo...

Excelente película.

General Gato dijo...

Demasiado olvidada para mi gusto, merecería una justa reivindicación por parte de las generaciones que han crecido con Indiana Jones en adelante...

Unknown dijo...

Habrá algún lugar donde descargarla??? porque muero por verla hace tiempo.

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