11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

martes, 19 de febrero de 2008

CINE 9009: SEGUNDO CUMPLEAÑOS.

Y, sí... Así pasa el tiempo. Hoy día 19 de Febrero de 2008, su buen amigo el blog Cine 9009 cumple dos añitos de vida. Si esto fuera un ñoño programa de variedades, diríamos "dos años de lágrimas y sonrisas, de diversión y de sorpresas, dos años de...". En realidad han sido dos años de ver, ver, ver, ver películas... Bueno, lo que vuestro seguro servidor el General Gato, desde su mullido edredón, con un plato de leche y de whiskas al lado, ha hecho toda la vida. O algo así. Actualmente, Cine 9009 ha acumulado la suma de 359 reseñas... Y mejor ni echen un vistazo al almacén, en donde esperan más o menos una cincuentena más. Así es que, salvo accidente nuclear, caída de meteorito o ataque de pájaros hitchcockianos, habrá Cine 9009 para rato. Sin embargo, por ahora hay que descansar. De manera que este blog entrará en receso hasta el Domingo 02 de Marzo. No se preocupen, que son apenas dos semanitas, incluso menos (apenas 12 días), y ya saben cómo el tiempo pasa volando.

Lo ideal hubiera sido, claro está, el haber hecho una celebración por todo lo alto. Créanme, no fue por falta de ganas que eso no ocurrió. Desgraciadamente, algunos gatos tenemos que hacer acrobacias para que nuestro humano a cargo se compadezca y nos arroje comida, y eso lleva su tiempo, también. Y créanme, un gato muerto de hambre no postea reseñas. De todas maneras, estamos preparando ya alguna clase de celebración, la que tendrá que quedar por fuerza postergada hasta el día de regreso.

De todas maneras, nos festejamos a nosotros mismos con la reseña de dos clásicos de Hitchcock que se estaban quedando en el fondo de la bodega: "Los pájaros" y "Marnie la ladrona". De manera que... ¡Bon apetit! Y nos vemos en Marzo.

Su seguro servidor el GENERAL GATO.

"Los pájaros" (1963).


-- "The Birds" (título original en inglés), "Els ocells" (título en catalán). Estados Unidos. Año 1963.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Rod Taylor, Tippi Hedren, Jessica Tandy, Suzanne Pleshette, Veronica Cartwright, Ethel Griffies, Charles McGraw, Ruth McDevitt, Lonny Chapman, Joe Mantell, Doodles Weaver, Malcolm Atterbury, John McGovern, Karl Swenson, Richard Deacon.
-- Guión: Evan Hunter, basado en la historia de Daphne Du Maurier.
-- Banda Sonora: Remi Gassmann y Oskar Sala, como productores y compositores de sonido electrónico.

-- "Los pájaros" en IMDb.
-- "Los pájaros" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En una pajarería, una chica ingresa al local buscando un plumífero para regalarse la vida. Mientras la están atendiendo, aparece el clásico chico-guapo-apuesto que la confunde con una vendedora. Ella, en vez de sacarlo delicadamente de su error como la dama que debería ser, deja salir el instinto de golfa y le sigue el juego, para ver si se enzorra con él. Al final resulta la del burlador burlado, porque el chico desde el comienzo sabía que ella no era vendedora de aves, el muy jopú. Pero ya sabemos como son las chicas, que si las tratas como a una reina te tratan como a un sirviente, y si las tratas como a una sirvienta te tratan como un rey, así es que la chica se consigue información sobre el tipo que la ha fregado, y empieza a perseguirlo, con un pretexto cualquiera, hasta un puertecillo perdido en los arrabales de Dios, llamado Bodega Bay. Allí se topa con su chico guapo, que tiene una hermanita pequeña, y con la profesora de la hermanita pequeña, que anda verde por ser la "alumna" del hermanito grande, y con la mami de la criatura chica y la criatura grande, una señora dominante y posesiva como es la costumbre de las Hitchcock's Moms. De este modo comenzará a avanzar el idilio entre los dos pimpollos de la pajarería, idilio al que sólo podrían amenazar esos cuclillos molestos (la profe, la mami...), de no ser porque pájaros de un calado mucho mayor están a punto de descargar una lluvia de picotazos, y convertir a los pacíficos citadinos de Bodega Bay en alfileteros ambulantes...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Alfred Hitchcock tuvo el buen olfato, a finales de los '50s, de darse cuenta de que los tiempos estaban cambiando aceleradamente, y de que pronto su estilo de cine policial iba a ser historia (lo es, de hecho, para desgracia nuestra). Ya con "Vértigo" y "Psicosis" había intentado tensar la cuerda, marchando hacia otros lares, concretamente hacia el suspenso psicológico (y psicopatológico, podríamos decir) por sobre la intriga policíaca propiamente tal. Después de "Psicosis" insistiría con "Marnie la ladrona", pero entre medio, se las apañó para hacer algo completamente atípico en su filmografía: una de bichos asesinos. Sin crimen. Sin misterio. Sólo unos animaluchos que se dedican a desquiciarse sin razón alguna, y hacer chancadillo de humano. No es que los bichos asesinos no se conocieran antes en el cine, pero quizás es la primera vez en que el bicho se transforma en el centro de la historia, además de que no se trata de un bicho individual con su personalidad asesina bien definida (al que por lo tanto se lo puede matar y recibir alivio después del minuto 90 del filme), sino de manadas (parvadas, más bien) de ellos, y a ver cómo los exterminas. Hitchcock creó así literalmente un nuevo subgénero fílmico, el de las manadas de aves/insectos/carnívoros que iban a cebarse sobre un grupo de pobrecitos humanos. Productos y subproductos fílmicos como "Tiburón", "Piraña", "Ranas", "Aracnofobia" y demases estaban a la vuelta de la esquina. Resulta curioso observar, dicho sea de paso, lo ideológicamente reaccionaria que resulta esta película, visionada en la actualidad: los chicos buenos son los pacíficos habitantes de un suburbio con la típica vida doméstica tranquila yanki de toda la vida, y los malos son la naturaleza. ¡Eso, en una época en la cual los hippies hablaban de paz y amor, y el regreso a la naturaleza, como grandes valores positivos contra la sociedad industrial que todo lo malversa y corrompe! Pero Hitchcock era Hitchcock, podía ser un tipo muy de avanzada en lo fílmico, pero no le pidan que vote por los demócratas, gracias...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Digámoslo desde ya. En la actualidad, esta peli tiene más que nada un valor arqueológico. Hitchcock jugó mucho a crear el suspenso con los valores de su época. El público que ya había visto "Psicosis" podía sentirse tentado a adivinar lo que vendría: aparece la chica linda así es que quizás haya un asesinato, aparece la madre perturbada así es que quizás el jovencito esté un poco pirado, la peli va demorándose así es que en algún minuto entrará en vereda con un asesinato... Obviamente nada de eso pasa, porque como sabe todo el mundo (o debería saber, al menos), ésta no va de pirados, sino de bichos asesinos. Pero mirada de manera discontinuada, la primera parte se transforma en un latazo de marca mayor (¡mira que demorar el primer ataque en masa nada menos que una hora entera de metraje!), amenizado tan solo por algún que otro picotazo ocasional (el primero, a los veintipasados minutos del filme). Y la segunda, cuando empieza el Reinado de los Pájaros... pues bien... en su tiempo puede haber sido lo más aterrador del mundo, pero hoy en día, con tanto cine gore suelto por ahí, simplemente ya no tienen tanto impacto (por no verse, casi ni se ve sangre). Lo dicho: para la época debió ser el colmo del horror, en particular por la inteligente idea de usar un elemento de la vida cotidiana de todos los días (las aves, en este caso) para sembrar el terror y conseguir que nadie se vaya tranquilo a la cama, pero hoy en día, simplemente ya no espanta (bueh, salvo que tengas siete años... o la inteligencia de un niño de siete años).

-- El soundtr... perdón, casi debería decir, la ausencia de soundtrack. Casi todas las películas desde la magnífica banda sonora de Max Steiner para el "King Kong" de 1933 tienen aunque sea un toque por aquí y uno por allá de instrumentos de cuerda para amenizar el cotarro un rato. "Los pájaros" no. Una de las ideas más astutas de Hitchcock fue prescindir por completo de toda clase de música incidental, y utilizar simples sonidos electrónicos que debían reproducir el ruido chirriante que produce el aullar de los pájaros (ya sé que los pájaros no aullan, no se crean, pero así escrito queda más mono). Quizás Bernard Herrmann, el soundtrackista de toda la vida de Hitchcock, que le compuso esos chulos violines para la escena del asesinato en la ducha de "Psicosis", no se sintiera tan complacido por la evolución natural de la música en las pelis de Hitchcock, hasta prescindir por completo de sus servicios, pero Hitchcock lo recompensó por la paciencia acreditándole como Consultor de Sonido, o algo así.

-- Los actores están más o menos bien ajustados en sus roles. Tippi Hedren hace su primera aparición como chica Hitchcock aquí (se repite plato en "Marnie la ladrona"), y lo hace con elegancia. Rod Taylor, fresco aún su buen hacer en "La máquina del tiempo", resulta un poco débil como sucedáneo de Cary Grant (y es que Cary era Cary, en eso no hay caso), pero aún así cumple bien. Suzanne Pleshette, la profesora que quiere ser enseñada en las artes amatorias, se roba la peli en todas las escenas que aparece (de hecho, como más de alguna vez sucede, uno puede preguntarse qué diablos vio el prota en la otra chica, si a ésta la tenía todo el tiempo por delante y estaba bien... tiempeable, ejem). La mamá de Rod Taylor es... ¡¡¡CHACHÁNNN...!!! ¡¡¡SÍ, SEÑORAS Y SEÑORES!!! ¡¡¡JESSICA TANDY!!! Sí, ya en 1963 la veterana uvapasa que hacía ver como un mozalbete a su chofer negro Morgan Freeman en "Conduciendo a la señora Daisy", hacía roles de madre avejentada... ¿es que esta señora nació vieja...? Y la hermanita de 11 años es otra vieja conocida, pero en ese entonces estaba niñita irreconocible... sí, estamos hablando de Verónica Cartwright, que entre otros créditos tuvo un secundario en "Las brujas de Eastwick", pero que para el fanático de CF promedio, aparte de interpretar a uno de esos clásicos personajes "hago aparición de lujo y me muero cuatro capítulos después" en "Expediente X", fue carnaza de otro bicho, esta vez alienígena, en el clásico "Alien" (la buena, la original, la de Ridley Scott). Bueh, aquí doña Cartwright hace de niñita linda con la que todos tenemos que conmovernos, blah blah blah, pero... supongo que en esa época, el truco de la chica cargante de correctita funcionaba bien (díganselo a los insufribles niños cantores de "Algo para recordar").

IDEAL PARA: Ir a la madre y el padre de todas las pelis de bichos asesinos.

"Marnie la ladrona" (1964).


-- "Marnie". Estados Unidos. Año 1964.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Tippi Hedren, Sean Connery, Diane Baker, Martin Gabel, Louise Latham, Bob Sweeney, Milton Selzer, Mariette Hartley, Alan Napier, Bruce Dern, Henry Beckman, S. John Launer, Edith Evanson, Meg Wyllie.
-- Guión: Jay Presson Allen, basado en la novela de Winston Graham.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Marnie la ladrona" en IMDb.
-- "Marnie la ladrona" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Hay una caja fuerte. Vacía. Las cajas fuertes vacías duelen. Son caras. Y sin de los verdes adentro, inútiles. La responsable es una mujer que ha desaparecido. Su paradero es un misterio para los dueños del dinero. Pero no para nosotros, porque la vemos circular hacia su casa. En ésta, hay una anciana señora que funge como su madre, y que no parece demasiado complacida con ella. Para ser exactos, la trata con cariño, pero también la recrimina por cualquier imbecilidad, mientras que es pura baba y sonrisas con una chiquilla malcriada que viene a la casa. Nada de lo que haga Marnie, nuestra pobrecita ladrona incomprendida por su madre (y eso que no sabe, ¡si supiera en qué pasos anda su hijita...!), sirve para complacer a la veterana. De manera que tras un tiempito en su casa que no es muy productivo (tiene pesadillas, alguien puso gladiolas y ella detesta el color rojo... cosas así), parte nuevamente a las andadas. Todo iría a pedir de boca, de no ser por un casi insignificante detalle: en su nuevo empleo, el jefe es un conocido del antiguo patrón desvalijado. Hay también otro insignificante detalle: es joven y (¡glup!) atractivo. El sex appeal de las posiciones de jefatura empieza a funcionar, el jefe seduce a la secretaria ladrona, y las cosas podrían torcerse... o no, porque nuestra cleptómana heroína decide finalmente obedecer a su instinto y robarse el dinero. Sin embargo, ¿qué puede hacer una mujer de instintos primarios y animales, frente a un hombre enamorado de la zoología y cuyo matarratos es justamente domar bestias feroces...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Para Alfred Hitchcock, el Amo del Suspenso, el Maestro del Misterio, el Señor del Terror, el Cuco del Cuco, los gloriosos '50s habían quedado atrás. El mundo estaba cambiando aceleradamente. De pronto, el glamour de las familias post Segunda Guerra Mundial estaba pasando, ya que el baby boom de los '50s había dejado paso a la rebelión teenager de los '60s. En esas condiciones, nuestro buen Hitchcock tendría que renovarse o morir. Algo de eso había tentado ya en "Vértigo" y "Psicosis", abriéndose paso casi a machetazo limpio (es un decir) en las aguas procelosas del cine psicológico. Pasando el interludio de "Los pájaros", Hitchcock regresó a la vieja fórmula de "Psicosis", de tomar una novela con un personaje cuya psicología fuera básicamente una jaula de macacos, y adaptarla para el cine. Pero esta vez, el tiro salió mal. "Marnie" resultó ser una película bastante más débil, a diferencia de "Psicosis" no reinventó la rueda ni mucho menos, y el público respondió de manera bastante esquiva en la recaudación, salvo en Inglaterra e Italia (¡gran cosa, miren cómo nos forramos con esos mercados elefantiásicos!), aunque se llevó muy buenas críticas (¿Y? ¡Con críticas no puedo llevar el pan de la tarde a mi mesa, tarados!). Para una buena proporción de gente (bueh, contados entre los escasos adláteres que llevaron su fanatismo por Hitchcock a ver ésta también), "Marnie" representa un punto de inflexión: para la mitad de ellos es la última joyita suya, y para otros es el primer engendro de los que pariría de ahí en adelante.

¿POR QUÉ VERLA?

-- No hay muchas películas en donde la heroína es una cleptómana con un severo trauma del pasado. Eso debe valer algo, supongo, ¿no? Hitchcock se decidió a darle el protagónico a Tippi Hedren, con quien ya había trabajado en "Los pájaros", y como antes había sucedido, ésta fue la segunda y última de sus (pocas) colaboraciones con actrices fetiches. Y es que, ya sabemos, algo tenía Hitchcock que las ahuyentaba... (quizás para rodar películas con un componente enfermizo, debes ser tú mismo un tanto enfermizo, vaya uno a saber).

-- El elenco no puede ser más peregrino. El coprota es nada menos que Sean Connery, en su primer rol relevante desde que fuera catapultado a la fama como el agente James Bond 007 en "El satánico Doctor No" y "Desde Rusia con amor"; de hecho, la rodó antes que "Goldfinger"; aquí Connery se da el lujo de interpretar un personaje incluso más rudo que 007, que como tal, al menos se permitía el lujo de la ironía, algo de lo que su personaje en "Marnie" es completamente huérfano. Diane Baker, la jovencita carilinda por la cual babeábamos en "Viaje al centro de la Tierra" y "Los 300 espartanos", sigue en la senda inagurada por "El premio", de salirse de los roles de chica buena, y muestra una vez más que el papel de chica mala le queda muy, pero muy, bien (ñomi ñomi). Y para la trivia digamos que aparece Alan Napier en un rol secundario, más conocido por haber interpretado al estirado mayordomo Alfred en la serie de televisión de Batman (sí, la con ¡POW! ¡CRASH! ¡BANG!).

-- En cuanto a la historia... Pues bien... Démosle algo de mérito a Hitchcock por su voluntariosa búsqueda de nuevos nichos ecológicos en los cuales desovar sus películas. Y es que "Marnie" representa en muchos sentidos una ruptura bastante radical con su cine anterior; aquí la pulsión dramática está puesta no tanto sobre el suspenso como sobre el retrato psicológico y la historia romántica. Por desgracia, Hitchcock demostró no estar bien afirmado arriba de la escalera para hacer labores de mampostería en esta clase de edificios; por otra parte, se lo puede disculpar en parte porque el tipo de cine psicológico que estaba rodando, que hoy en día es moneda un tanto más corriente (se me viene a la mente "Yo soy Sam", sobre un oligofrénico, "Adios a Las Vegas" sobre un alcohólico...), en esa época era algo casi revolucionario. Pero sólo en parte. Porque la película en verdad a ratos es morosa y pareciera que no marcha hacia ninguna parte. Y ya no hablemos de la resolución final, que es un tanto anticlimática después de haber visto toda la secuencia del caballo (pobre caballo), que eso sí es puro Hitchcock, y que realmente es vergonzosa si se considera que es el Maestro quien está sentado en la silla de dirigir. Pero en fin, tampoco es tan mala, si se considera que Hitchcock estaba experimentado con algo nuevo, y si usas matraces viejos para substancias químicas nuevas, no necesariamente es tu culpa que te reviente en la cara... (pero te va a doler lo mismo, en particular si es ácido, eso dalo por seguro).

IDEAL PARA: Supongo que para fanáticos bien fanáticos de Alfred Hitchcock, seguidores de Sean Connery, e interesados en el cine con psicología en general.

domingo, 17 de febrero de 2008

"Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" (2007).


-- "Sweeney Todd, the Demon Barber of Fleet Street". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Tim Burton.
-- Actuación: Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Timothy Spall, Sacha Baron Cohen, Jamie Campbell Bower, Laura Michelle Kelly, Jayne Wisener, Ed Sanders, Gracie May, Ava May, Gabriella Freeman.
-- Guión: John Logan, basado en el musical de Hugh Wheeler, basado a su vez en la obra teatral de Christopher Bond.
-- Banda Sonora: Stephen Sondheim.

-- "Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" en IMDb.
-- "Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

¡Oh, no hay lugar como Londres...! En Londres pasa de todo. Callejuelas estrechas, ampulosidad victoriana dizque-Burton... Familias bellas, conformadas por un joven naif, una bella esposa y una adorable hija... Un juez corrupto, a quien la lascivia lo impulsa por los derroteros de la venalidad... Un regreso, para ajustar cuentas con el pasado... Benjamin Barker ha regresado a la ciudad, a Londres, para vengarse por el cruel destino que su esposa y su hija han sufrido a manos del juez, y para ello, asume la identidad de Sweeney Todd, quedándose arriba de una pastelería semiquebrada por el alza del precio de la carne (sí, hacen pasteles de carne). El bueno de Sweeney, obsesionado como está con la venganza, no se da cuenta de que la pastelera tiene segundas y lúbricas intenciones con él, pero sí alcanza a notar que ella lo ayudará con todo lo necesario para que las navajas de Sweeney Todd hagan el trabajo de la venganza. Mientras tanto Johanna, la hija de Sweeney Todd, ha florecido como un lindo pajarito en medio de halcones, y se le entra en el ojo al marino que ha acompañado a Sweeney Todd de regreso al puerto de Londres; en mala hora, porque maldita sea si eso le hace gracia al juez Turpin, que ha adoptado a la chica como pupila, y se la está reservando para echársela. Paralelamente, Sweeney Todd consigue retar a un farsantesco barbero vendetónicos, y con eso se hace de cartelera y prestigio como barbero, la suficiente para que los indeseables que deben ser, ejem, "afeitados" de la sociedad, acudan a su barbería. Porque el plan es brillante y consta de dos fases: el barbero se encarga de la degollina, y después la pastelera se encarga de hacer desaparecer los cuerpos, de maneras muy apetitosas y nutritivas...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hubo una época en que los musicales eran highlight y soft, se trataba de evadir al público llevándolo a un mundo de fantasía e ilusión con baile y música linda, lejos de nuestro infeliz y darwiniano capitalismo depredador... Y esos tiempos han pasado a mejor vida. Durante los tristes '70s, el mundo en general fue volviéndose más oscuro, y los musicales de Brodway (OK, Broadway y Londres, digamos), en consecuencia, hicieron lo mismo. El rock invadió el territorio en "Jesucristo Superestrella" y "Grease", la competencia despiadada y darwiniana se hizo presente en "A Chorus Line", la historia política apareció en "Cabaret" y "Evita"... Y era cuestión de tiempo antes de que alguien inventara el musical de horror. Lo hicieron Hugh Wheeler y Stephen Sondheim, adaptando una vieja leyenda del XIX londinense, sobre un barbero asesino en serie que se deshace de sus víctimas con la inapreciable ayuda de una cocinera fabricante de chupe de barbudos. La idea prendió, y nuevas obras generaron después un verdadero subgénero de horror musical, alcanzo su cúspide quizás (en calidad puede discutirse, pero en fama al menos) con "El Fantasma de la Opera", del incombustible Andrew Lloyd Weber, en 1986. La obra original quería ser una parábola o sátira del capitalismo, aunque por otra parte, como es tradición en el musical, los nudos argumentales más primarios (la venganza, el romance...) terminaban comiéndoselo todo. Y hablando de comer: hay canibalismo en la obra. Piensen en la mentalidad ultraconservadora de los grandes dueños de estudios en Hollywood (esa mentalidad que los lleva a rodar pelis tipo "confórmate con el orden establecido, con el que nosotros nos hacemos la pasta"): ¿adaptar una obra que ridiculiza el capitalismo con una historia de venganza de dos pujantes y siniestros hombres de negocios tratando de crear su propio McDonalds victoriano con una Big Hamburguer con doble hamburguesa de humano? Impensable. Eso, hasta que en los tempranos 2000, el gothic se volvió un negocio rentable, gracias a la expansión del movimiento darkie. Ya Andrew Lloyd Weber había dado el disparo inicial en la carrera, consiguiendo una fastuosa y muy subvalorada adaptación de "El Fantasma de la Opera". Era tiempo de ir al inicio, a las raíces del horror musical. Era el tiempo de... ¡¡¡SWEENEY TODD!!!

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partamos por la dirección. Es una de Tim Burton. Y por más señas, es una con el estilo de Tim Burton (o sea, no es "El planeta de los simios"). Ahora, eso es un plus o un contra según se quiera ver. Hagamos historia. A fines de los hiperoxigenados '80s, Tim Burton empezó a hacerse un lugar por medio de un cine que recurría conscientemente a la maqueta, a lo falso y al pastiche, parodiando los usos y costumbres ochenteros, e invirtiendo toda la luminosidad '80s en oscuridad '90s, como es evidente en pelis como "Beetlejuice", "Batman" o "El extraño mundo de Jack". El problema para Tim Burton es que su cine estilo "niño rebelde" se convirtió en su sello de fábrica, quizás porque en el fondo el propio Tim Burton fue desde siempre demasiado sensible y consentido, y cuando la industria empezó a mimarlo de manera maternal por eso precisamente, por ser demasiado sensible y consentido, no pudo, no quiso o no supo cómo madurar hacia un tipo de cine más reflexivo. O sea, realizó una eficaz labor de demolición en los '80s, pero la segunda parte de la revolución, o sea la propuesta, no llegó nunca. Y eso que a ratos da señales de poder algo más ("Ed Wood", "El gran pez"). De modo que el cine de Tim Burton funciona por fases: a veces quiere salirse del marco, mete las patas hasta el fondo (ahí tienen "El planeta de los simios"), o bien no tiene taquilla suficiente, y maltrecho y malherido, con la cola entre las piernas, regresa a lo suyo de siempre, a su fórmula patentada, al pastiche darkgoth, como lo hizo con "El cadáver de la novia". Y así nos va. Por eso decía que ser una de Tim Burton es un punto a favor o no. Si te gusta el cine más emblemático de Tim Burton, cosas como "Batman" o "El extraño mundo de Jack", entonces te gustará "Sweeney Todd". Sin embargo, si piensas que ya está bueno de todo eso, que estaba bien para los '90s, pero es que miren, ya estamos terminando el 2000 y ya vamos para la segunda década del XXI, y el mundo sigue girando después de todo, y los jóvenes pistoleros que golpearon la mesa con el individualismo noventero han debido transfigurarse en los rectores de una nueva generación... (¡el 2008 cumples 50 años, Burton, ya no es edad para andar de chico rebelde, payaso!).

-- Vamos ahora a la adaptación en sí. Adaptar un musical siempre es un asunto complicado. Si adaptas una novela, puedes meter elementos o sacarlos a gusto, porque casi nadie espera una adaptación word by word (bueno, casi nadie, ahí tenemos los fanáticos que coparon "Harry Potter y la piedra filosofal" o "El Código da Vinci"). Si adaptas una obra teatral, tienes el guión casi listo. Pero un musical es otra cosa. Un musical involucra no sólo diálogo, sino también canciones, y las canciones no son llegar y recortarlas. Puede hacerse, claro está, pero esto con mucho tino y arte. Además, lo que en el escenario pasa bien, porque debido a la limitación de medios uno espera que el teatro sea, digamos, un tanto más abstracto, en el cine con la vocación naturalista de la cámara espía no siempre funciona. Alardes escenográficos como "Jesucristo Superestrella" o "Chicago" aparte, los escasos musicales que han llegado al cine, como "Evita" o "El Fantasma de la Opera", han optado generalmente por puestas en escena más naturalistas, que desde luego involucran que el presupuesto se dispare a cañonazos. En el caso de "Sweeney Todd", la opción de Tim Burton es darle el tratamiento de maqueta que es su sello de fábrica (¡cómo habrán profitado las fábricas de cartón corrugado con las pelis de Burton en los últimos veinte años!), acompañado de las ahora inevitables animaciones CGI. Y funciona. El resultado es más que aceptable. Se ve realista, pero mantiene una cierta distancia, que permite idealizar su tanto un argumento que, bien mirado, es bastante retorcido para los cánones del cine comercial, y suaviza su impacto para las almas más sobresaltadas.

-- Las actuaciones en general están bien. Johnny Depp, usualmente un buen actor, resulta un tanto fallido aquí, y es que después de verle en tanto rol de chico bonito, cuesta un poco concebirlo como un personaje diabólico (y después de todo, la peli se llama "el barbero diabólico de la calle Fleet"...), y su interpretación tiende a ser más bien plana (cejijunto toda la peli, para que entendamos lo malo y atormentado que es), además de no ayudarle demasiado un estilo vocal que, digámoslo desde ya, no ha sido hecho para musicales. A su lado, Helena Bonham Carter nos devuelve el alma al cuerpo con una actuación que levanta todo lo que se puede levantar de una peli. Y Alan Rickman como el juez malvado, es una más que soberbia elección; con él de villano, es que el personaje se actúa solo, si me preguntan (¿Alan Rickman, dicen ustedes? Bien, veamos: "Duro de matar", "Robin Hood: Príncipe de los ladrones", "Héroes fuera de órbita", "Harry Potter y la piedra filosofal" y secuelas, como el ambiguo Severus Snape...). El resto está de comparsas, así es que pasaremos de ellos.

-- El espíritu original de la obra iba de crítica social. Aquí, la crítica no es demasiado evidente, que digamos. Pareciera casi impostada. Es claro que lo que a Tim Burton le importa, es la venganza, lo macabro y el chiste negro de hacer música ligera sobre eso. Pero en fin, algo de crítica social se rescata, así es que está bien.

-- El momento ciberorgánico steampunk de la peli: "Now, my arm is complete!!!".

IDEAL PARA: Fanáticos de Tim Burton, conocedores del musical (¿los habrá, en Chile...?), y en general, los que adoren las bizarradas.

"Soy Leyenda" (2007).


-- "I Am Legend". Estados Unidos. Año 2007.
-- Dirección: Francis Lawrence.
-- Actuación: Will Smith, Alice Braga, Charlie Tahan, Salli Richardson, Willow Smith, Darrell Foster, April Grace, Dash Mihok, Joanna Numata, Abbey, Kona, Samuel Glen, James Michael McCauley, Marin Ireland, Pedro Mojica.
-- Guión: Mark Protosevich y Akiva Goldsman, basados en el guión de 1971 de John William Corrington y Joyce Hooper Corrington, y en la novela de Richard Matheson.
-- Banda Sonora: James Newton Howard.

-- "Soy Leyenda" en IMDb.
-- "Soy Leyenda" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Nueva York, año 2012 (lo que en un lustro será el pasado tipo "¡mira cómo pensaban que iba a ser el futuro!"). Nueva York está completamente en solitario, sin rastro de presencia humana. ¿Completamente? ¡No! Porque tenemos al bravo Robert Neville, como único residente de sus calles. Bueh, él y su bella pastora alemana (o sea, una perra cánida de la raza pastor alemán, por si las dudas). Corriendo en un bólido que ya se lo envidia el Mach 5 de Meteoro. Disparándole a la fauna salvaje que se ha tomado las calles. O lo que queda de ella. Porque hay alguien acechando, allí, bien escondido, en las sombras. Un alguien que a estas alturas del partido, ya no es humano. Es algo más. ¿De dónde diablos salió? Neville hace un poco de memoria. Tres años atrás, él era un militar de alta graduación, con una bella familia y una cachorrita nada más mona. Hace poco ha salido en las noticias que tienen una cura definitiva contra el cáncer. Pero algo se sale de control. La famosa terapia génica se escapa de las manos, y sucede el desastre. Crea un virus. El virus se propaga. Y convierte a la gente en repugnantes bichos que merodean en la noche (la peli no lo dice, pero la novela sí, así es que grítenlo conmigo: "¡¡¡VAMPIIIIIIROOOOOOS!!! ¡¡¡BUAAAAAAH!!!"). Nuestro héroe ha dejado atrás a su familia y se ha quedado solito en la ciudad, buscando la cura que permita volver a los pobres desgraciados a la única condición que vale la pena de ser vivida, o sea la humana, que para eso somos la Criatura Superior Sobre El Planeta y el Rey De La Creación, demonios. Pero poco a poco, su nuevo medio ambiente irá corroyéndole la cordura. ¿Podrá evitar la perrita nada más mona, convertida ahora en una flamante hembra de tres años, que su amo termine volviéndose loco, o peor aún, comida para vampiros...? (perdón, en la peli no los llaman así, así es que... "...presa de darkseekers?").

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1954, el un tanto inefable Richard Matheson, escritor de algunas notables novelas de SciFi, en su propio estilo un tanto poético (sin pasarse, que no es Ray Bradbury) y alejado de los cohetes espaciales y los B.E.M., escribió una obra capital del género, cual es "Soy leyenda". La obra resultó innovadora en muchos aspectos: presentaba el apocalipsis por una gran pandemia, actualizaba el mito del vampiro, estaba teñida del existencialismo entonces al uso en la Grossenkultur (aquello del hombre solitario sobre las ruinas de toda la civilización humana, un Albert Camus llevado al extremo), y era un tenebroso reverso para la cultura del Baby Boom estilo Era Eisenhower, asentada sobre el pie de manzana en la ventana y el hombre con sombrero que vuelve de la oficina para comer el almuerzo diligentemente preparado por su amante esposa. No es raro que haya sido objeto de al menos tres adaptaciones cinematográficas (la que tenemos en comento, más "El último hombre sobre la Tierra" y "El hombre omega"), además de varias versiones bastardas (pelis de zombies como "La noche de los muertos vivientes" o "28 días" tienen más que un aire de familia a la novela de Matheson). Desgraciadamente, Richard Matheson es un autor demasiado autoconsciente, y por qué no decirlo, pesimista, para que sea factible trasladarlo bien a la pantalla gigante, y de ahí que cuando se lo adapta para el cine, queda el desastre, bien porque tratan de ser fieles a su espíritu y con eso cabrean a la audiencia, o bien porque para complacer al público ñoño popcornero tienen que traicionar sus ideas (ejemplos de uno u otro: "Ecos mortales", "Más allá de los sueños", "Pídele al tiempo que vuelva", "El increíble hombre menguante"... ninguna de ellas, más allá de ser buenas o malas, un gran éxito de taquilla). Es lo que obtienes con ser demasiado inteligente: dejas de ser rentable para las masas... Pero bueno, podría ser peor. Recuerden que en los '90s, se hablaba de esta adaptación de una novela profunda y seria sobre la condición humana y la relatividad de los valores de la civilización humana, como vehículo para el lucimiento de... ¡Arnold Schwarzenegger!

¿POR QUÉ VERLA?

-- ¿Alguien tuvo, después de ver esta peli, la rara sensación de estar viendo dos pelis distintas? O sea, la mayor parte de la peli trata sobre Will Smith luchando con los vamp... perdón, con los darkseekers. En esta parte de la peli tenemos puro suspenso sicológico del bueno, del que nace no por los efectos especiales y lo chulo de las explosiones, sino por la tensión interna de una situación para la cual no parece haber salida posible. Y de pronto, de la nada, porque sí, aparecen una chica con su hijo, y la peli cambia de tono, se hace más ligera, y pasa a ser una peli de acción al uso, con una bonita batalla final con hartas explosiones. Si han leído la novela original, pueden tener una clave al respecto. La primera parte de la peli es bastante fiel al espíritu de la novela (al espíritu dije, que no a la letra). O sea, tenemos un prota absolutamente en solitario, tratando de sobrevivir como el último representante de un estilo de vida que hasta antes de la catástrofe se le antojaba como un regalo de Dios hasta el último de los días, constantemente acosado por tipos enfermos que se le han hecho tan extraños, que ya no los reconoce como humanos, y angustiado no sólo por su guerra permanente contra lo en apariencia inevitable, sino también por su propia cordura. Esta parte de la peli vale oro. Uno hasta les perdona la sobreabundante explicación sobre el virus derivado de la cura contra el cáncer (algo que en la novela no queda tan claro, y menos está relacionado con el cáncer), que hayan convertido a Robert Neville, de un oficinista cualquiera estilo Darrin Stephens, en un militar del ejército, que hayan puesto a la perra en toda la peli en vez de hacerla aparecer en un par de escenas como en la novela (y es que, por otra parte, es tan adorable que... ¡cómo quejarse!), y que le hayan regalado un laboratorio de propina, en vez del prota de la novela, cuyo laboratorio tuvo que construírselo a pulso. ¿Y después? Después aparece la chica (en la novela aparece, pero su aparición tiene un sentido muy diferente... y no hay niño chico en la novela), y todo cambia. Porque el final de la peli NO ES EL FINAL DE LA NOVELA. ¿Qué pudo haber pasado? Miren, tengo mis sospechas. El guión aparece perpetrado por Akiva Goldsman, por cuyas sarmentosas garras han pasado cosas como "Batman eternamente", "Batman y Robin", "Perdidos en el espacio", "Una mente brillante", "Yo robot" (¡también con Will Smith!), "El Código da Vinci"... O sea, varias joyas del cinechicle de la última década, con los desastrosos resultados que son de conocer. Digámoslo desde ya, el final de la novela es, para los estándares de ahora, absolutamente infilmable. Trataré de no reventar el final, pero daré una señal al respecto. La expresión que sirve de título y frase final a la novela, y que más o menos adaptada es también la frase final de la peli, tiene un sentido diferente en ambas. En la novela original, el prota dice "soy leyenda" cuando se da cuenta de que en una nueva sociedad dominada por vampiros, ellos son los verdaderos seres humanos, que la sociedad en conjunto ha cambiado, y que su valerosa cruzada para regresar al status quo ha fracasado porque ahora hay un nuevo status quo, y dentro de él no existe lugar para los Robert Neville del antiguo orden: los supervivientes del antiguo orden ahora son leyendas para contarles a los niños chicos, dentro de sus prosaicas vidas en el nuevo orden. En la peli, en cambio, los protas dicen que Robert Neville es leyenda porque su increíble misión contra toda esperanza ha traído la cura y la salvación para la Humanidad, y con ello ha pasado a inmortalizarse en la Historia (sí, en esta peli tenemos un mesías negro... ¡para que no digan que el cine actual es racista!). ¿Alguien, con toda sensatez, piensa que el final de la novela, cuya moraleja es el relativismo moral, es posible de ser vendido al público yanki, que con sus entradas aporta la mitad de los beneficios mundiales de cualquier peli hollywoodense, siempre imbuidos ellos en su creencia de ser el Pueblo Elegido, de tener un Destino Manifiesto, y en particular después de vivir casi una década bajo el 9-11 que los ha obligado a ponerse una venda en los ojos para no tener que considerarse con el mismo rasero que el resto de la Humanidad? Sí, el señor Akiva Goldsman traicionó el final de la novela y se cagó en el cadáver del venerable señor Matheson (¡esperen, acabo de investigar! ¡Aún está vivo!), pero es que esto es un negocio, así es que... Por lo tanto, dejemos que esta peli hay que verlo por los dos primeros tercios que son Matheson puro, o casi, y después, cuando aparece la chica, pueden pararse e irse, porque verán un final que lo desinfla todo (y que además está completamente impostado sobre lo que es el espíritu de la obra original, muy superior ideológicamente al rampante mesianismo de la peli, por cierto).

-- Will Smith. Sí, aunque no lo crean, el Príncipe del Rap se defiende de lo más bien en esta peli, y no trata de hacer el payaso ni el chulo. O sea, no trata de hacerlo en la parte buena, o sea, en los primeros dos tercios de peli. Después, en la traca final, le baja el espíritu, no seré tan exagerado para decir "El día de la independencia", pero sí se ve poseído por el "Yo, Robot", y pasa lo que pasa. Incluso, para no olvidarse de que él era antiguamente el Fresco de Beverly Hills, hace una imitación de Eddie Murphy como el burro de "Shrek" (¡pobre Matheson!). Pero antes de eso, cuando está solitario en la ciudad, sí que da el punto como un pobre desgraciado para quien el mundo se ha ido en fundido a negro. Algunas de sus escenas consiguen incluso hasta emocionarnos. (Por otra parte, verlo con tremendos músculos haciendo barras, pues bien, alguna chulería debía quedarle, si es Will Smith a fin de cuentas...).

-- Dejando de lado la reluctancia natural que los gatos sentimos hacia los perros, debo decir que Abby y Kona son de lo más querible... Si, ellas dos interpretan a la buena de Samantha, la pastora alemana que le hace la vida un poco más placentera a Will Smith. Y contribuye con algunos de los momentos más elegíacos, algo que se agradece considerando que cualquier cosa que contenga la chulería de Will Smith es noble y justo en este universo.

-- Esta es otra peli muy de la época. En los '50s, la novela jugaba como el reverso tenebroso del American Dream, de la creencia común e inconsciente de que la Era Eisenhower era el epítome de la vida civilizada (ya saben, Superman diciendo que lucha por "la justicia, la democracia y el estilo de vida americano"), y el portal a una nueva sociedad en donde los robots harán el trabajo asalariado y los humanos sólo se dedicarán a gozar o al arte futurista; "el futuro puede ser bello y optimista, pero también puede que no", insinuaba la novela. En el 2000, la peli recoge bien los miedos de una Nueva York puesta bajo asedio por los "monstruos" de allá afuera (vampiros o Al Qaeda, qué tanto más da), por el resurgir de los fundamentalismos religiosos (la peli tiene un complejo de Frankenstein que vuela, con aquello de que la ciencia ha causado todos los males, y que la desinhibida novela original no tenía), y por la esperanza mesiánica en que los superhombres que se sobreponen contra todo y todos, salvarán en definitiva la situación. Claro que si es por salvadores mesiánicos, al Robert Neville de Will Smith le tomó tres años encontrarle salvación a la Humanidad, al Jack Bauer de Kiefer Sutherland le hubiera tomado sólo 24 horas...

IDEAL PARA: Ver una correcta adaptación de la obra original de Richard Matheson... Dos tercios de la peli, al menos.

jueves, 14 de febrero de 2008

"Lo que queda del día" (1993).


-- "The Remains of the Day". Inglaterra. Año 1993.
-- Dirección: James Ivory.
-- Actuación: Anthony Hopkins, Emma Thompson, James Fox, Christopher Reeves, Peter Vaughan, Hugh Grant, John Haycraft, Caroline Hunt, Paula Jacobs, Ben Chaplin, Steve Dibben, Abigail Harrison, Patrick Godfrey, Peter Halliday, Terence Bayler, Hugh Sweetman, Tony Aitken, Emma Lewis, Joanna Joseph, Tim Pigott-Smith, Lena Headey.
-- Guión: Ruth Prawer Jhabvala, basada en la novela de Kazuo Ishiguro.
-- Banda Sonora: Richard Robbins.

-- "Lo que queda del día" en IMDb.
-- "Lo que queda del día" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Son los turbios y rockanrolescos '50s. Después de que Lord Darlington, su amo caído en desgracia, ha fallecido, la Mansión Darlington está a la venta, al mejor postor, y hasta plantean venderla como un montón de piedras a tanto la tonelada. Pero para fortuna de estos ingleses, tan estiradotes ellos que siempre tiene que venir un yanki a sacar las castañas del fuego, un político yanki retirado la compra y se promete a sí mismo restaurarla como era en los días de esplendor. Pero nuestro Ubermensch yanki (¡caray, si hasta el actor es superhumano, es Christopher Superman Reeves, hombre!) no podría llegar a tanto sin la obsesiva ayuda de su esbirro en jefe, el Mayordomo Stevens. Ocasión y momento propicio entonces para hacer la magdalenada de Proust y empezar a recordar los viejos y buenos tiempos. Para los ingleses, "viejos y buenos tiempos" significa antes de la Segunda Guerra Mundial, porque bien salada que la sido la Historia Universal con ellos después (adios al Imperio, potencia de segundo orden, obligación de unirse a la CEE, los tres tomos de Tolkien)... Los buenos y viejos tiempos en los cuales un ama de llaves y un asistente de mayordomo podían fugarse limpiamente y poner en aprietos al patrón para contratar nueva servidumbre. La que se queda finalmente es la Señorita Kenton, de muy buenas referencias, gracias por preguntar, quien no sólo demuestra llenar todos los requisitos para ser el ama de llaves perfecta, sino además para llenar el basáltico corazón del señor Stevens. Pero, ¡ah!, él no puede permitirse un romance, ¡oh, no, no, no! Eso lo distraería de sus funciones. Y sus funciones son importantísimas. Sin él, la casa no funciona. Y si no funciona, adios a cambiar la Historia a través de las conferencias internacionales pronazis que organiza su regio patrón Lord Darlington...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Lo hemos dicho anteriormente, a propósito de "Divorcio a la francesa" y "La condesa blanca". El director James Ivory es de la vieja escuela, y cuando decimos "vieja", queremos decir "antediluviana"; es decir, alguien formado en los cánones de John Huston y similares, con un extraordinario dominio escénico, una puesta en cámara preciosista, y actuaciones de primera, combinadas con una increíble frialdad formal. Con tales mimbres, el cesto hubiera sido un fracaso, de no ser porque salvo desbarruntes como la mencionada "Divorcio a la francesa", que pretendió ser una comedia "quiero y no puedo", James Ivory se ha especializado en esa cosa que no quiere ser histórica ni pura ficción que se llama "cine de época", género éste que se adapta muy bien a sus cualidades (ha dirigido, entre otras, "Los bostonianos", "La mansión Howard", "Jefferson en París", "Sobreviviendo a Picasso" y la mencionada "La condesa blanca"). En 1990 cayó en sus manos un librito escrito por un japonés llamado Kazuo Ishiguro, que el año anterior había ganado el Booker Prize (uno de esos premios que la estirada dizqueintelectualidad europea le da a novelistas que después todos comentan y nadie lee); este Ishiguro tenía méritos porque siendo japonés, podía escribir como europeo clásico mezclando una sensibilidad japonesa, y así todos contentos para premiarle porque escribe como europeo clásico, pero por lo japonecete le hacemos loas a la multiculturalidad (el fetiche de lo políticamente correcto noventero). Tras las vueltas y revueltas de rigor en Hollywood, Ivory terminó rodando esta peli, que se alzó después con una enorme cantidad de premios, y por una vez en la vida, con razón.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Lo dicho, es una clásica peli de James Ivory, y si no es la mejor de todas, debería considerarse entre su Top 3. Porque en esta peli están todos en estado de gracia. Para un director de corte clásico y técnicamente conservador a ultranza, la historia de un grupo de personajes otoñales que se niegan a aceptar que el mundo está cambiando, debía calzarle como yelmo a la cabeza. Si alguien quiere enterarse de qué va el cine de Ivory, "Lo que queda del día" debería ser su punto de partida natural.

-- Anthony Hopkins. Ha hecho toda clase de papeles en su larga carrera artística, pero si la posteridad lo va a recordar, es por dos hitos, ambos curiosamente de "early '90s". El primero de ellos es su rol como Hannibal Lecter en "El silencio de los inocentes". El segundo es la que podríamos llamar informalmente su "tríada de época", conformada por "La mansión Howard" y "Lo que queda del día" a las órdenes de James Ivory, y "Tierra de sombras" a las órdenes de Richard Attenborough; lo interesante de esta inopinada trilogía, es que a pesar de ser roles muy similares (personaje inglés tradicionalista hasta el fanatismo y lleno de contención british), se las arregla para interpretarlos de manera muy distinta a cada uno, muestra de que Hopkins es uno de los mejores actores de su generación. Su composición del mayordomo Stevens, duro y frío como el acero, pero que se traiciona solito a través de gestos y sutilezas varias, está entre las mejores que entregó el cine en los '90s. Hopkins consigue transmitir así toda la humanidad de un personaje que sobre el papel... ¡por Bastet que es detestable este hombre!

-- Emma Thompson. A pesar de haber protagonizado unas cuantas históricas ("Enrique V" junto a Kenneth Branagh, con quien se encamó después, libreta de por medio, un rol secundario en la simpática y no impecable "Improptu", y un rol también en el otro Ivory-hit, "La mansión Howard"), fue con esta peli que estalló literalmente ante las audiencias internacionales. Y es que consigue una increíble empatía actoral con el Monstruo Hopkins, algo indispensable si se considera que, después de todo, es una historia de amor entre ambos (¿cuántas pelis de amor han fracasado porque sus protas se detestan cordialmente, o no tan cordialmente?). Es tanta la asociación que consigue con el personaje, que cuesta pensar que, en retrospectiva, el rol iba a ser originalmente para Anjelica Huston, otra gran actriz, claro está, pero que no tiene el mismo timbre actoral que la Thompson.

-- El resto de los secundarios está simplemente grandioso. James Fox, tipo emblemático de toda peli de época inglesa que se precie de tal, hace un gran rol como Lord Darlington, bienintencionado, pero incapaz de sacarse la chapa paternalista de quienes se creen mejor que el resto de la sociedad, ni aún después de cag... perdón, meter la pata. El millonario yanki es nada menos que Christopher Reeves, en su lucha superheroica para sacarse de encima el cartel de Superman (sí, fue el prota del "Superman" de 1978 y secuelas, ¿qué pasa?), y como de costumbre interpreta su rol de manera grandiosa (sólo un puñado de nosotros sabía que era un tremendo actor, además de un buen superhéroe, y después quedó inválido y se murió). Aparece Hugh Grant, secundario insigne que ya había coincidido con la Thompson interpretando nada menos que a Frederic Chopin, el insolente, en "Improptu", que el año anterior había hecho el tontobruto en "Perversa luna de hiel" y que aquí sigue de secundario insigne antes de hacerse famoso en "Cuatro bodas y un funeral" (y pervertirse tratando de sacarse el cartel de "galán inglés" hasta caer en "El diario de Bridget Jones"). Aparece también como uno de los criados, un tal Ben Chaplin, uno de los buenos actores que nunca consiguió salir de la segunda fila (ustedes lo vieron en "La verdad sobre perros y gatos", "La heredera", "La delgada línea roja", "Ruleta rusa", "Cálculo mortal", ¡claro que lo ubican, si son cinéfilos de pro!)... Y aunque no muy conocido, mencionemos también a Peter Vaugh como el padre del señor Stevens, quien interpreta un gran rol como el viejo chochete que acarrea más problemas que alivios.

-- El tema central de la peli es también uno que, desgraciadamente, nunca perderá actualidad. Se trata del tradicionalismo a ultranza. Ser tradicionalista no está malo cuando uno se toma la tradición con cierto espíritu deportivo, conservando las cosas que sirven y descartando las que ya no. Pero el tradicionalismo porque sí es un veneno espiritual que ha matado castas sociales completas. El pecado original de todos los personajes es seguir comportándose como si la sociedad inglesa en masa estuviera estancada en el XIX de Jane Austin, a pesar de vivir los '30s del XX (y los '40s, y los '50s). Es, desde luego, el pecado de Lord Darlington, cuando se le enrostra que su naifpolitik hacia Hitler es de amateurs, y él replica que lo que algunos llaman amateurismo, él prefiere llamarlo "política con honor". Y por extensión, casi por contagio viral, es el pecado del señor Stevens, preocupado porque todo esté como siempre y siga en su lugar, aunque eso signifique el no darse cuenta de lo babosa que anda la Señorita Kenton por él... o lo baboso que él mismo anda por la Señorita Kenton. La película consigue el casi imposible de que, sin abandonar el microcosmos de la Mansión Darlington, sintamos que afuera están pasando cosas y que el viejo orden está por estallar, si es que en verdad no ha estallado ya. Esto se ve en dos niveles paralelos: por una parte, en la destrucción moral de Lord Darlington cuando después de la guerra tiene que responder por sus simpatías pronazis (a pesar de que confiaba en los nazis de pura buena fe), y en la incapacidad del señor Stevens para reconocer que las cosas cambian, y que si él mismo no cambia, será infeliz de por vida.

-- La película aborda también el complicadísimo problema de la relación de las democracias occidentales con los nazis. Después de la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima, el descubrimiento de los experimentos en campos de concentración y la Solución Final, y los Juicios de Nüremberg, los historiadores de pacotilla escribieron toda una frondosa mitología, que el cine de guerra a lo John Wayne estimuló, sobre que las democráticas potencias occidentales libraron una guerra de ribetes mitológicos para derrotar al Demonio Ario. A mucha gente le incomoda entonces pensar y descubrir que muchos notables de ese mundo democrático occidental simpatizaba con los nazis y eran tan antisemitas como el propio Hitler (allí están por ejemplo Henry Ford o Charles Lindbergh... y a nadie se le ocurriría decir que eran las manzanas podridas del sistema... ¡después de todo eran trunfadores en el más clásico american way of life!). En la peli vemos justamente esa trastienda, de cómo parte del éxito nazi antes de la guerra se debió a las chambonadas y estupideces de un grupo de señoritos bienintencionados, sumados también por una clase baja que en muchos casos siguió como borregos a los de arriba, comprensiblemente asustados ante la perspectiva de una nueva y aún más sanguinaria guerra europea, pero incapaces de comprender que en la psicología de la Alemania de aquel tiempo no existía ese mismo miedo patológico a una guerra en la que su orgullo nacional tenía todo que ganar y nada que perder (pensaban ellos así, al menos). En muchos sentidos, esta peli enseña más historia de la Segunda Guerra Mundial que una tonelada de manuales explicando de manera fría y abstracta cómo los nazis llegaron al poder, y cómo las democracias occidentales fueron incapaces de contener a Hitler hasta que resultó demasiado tarde.

-- A un nivel histórico, esta peli funciona también como un reflejo de la decadencia de Inglaterra. Porque vemos nítidamente el contraste entre el mundo señorial de preguerra, en donde todo está escrito y predeterminado, y el mundo posterior en donde un vendaval sociológico lo arrasa todo. En esto estriba el agudo contraste entre la vida perfecta y ordenada en los '30s, y el viaje del prota para reencontrarse con su antigua ama de llaves en los '50s, que lo lleva a arrojarse en un mundo que detesta a su antiguo amo y todo lo que él representaba (además de que, por primera vez, se ve obligado a convivir en una posada de mala muerte con gente "de la baja").

-- Hay también una escena brillante que refleja una de las mayores debilidades de la democracia. En un punto, los señoritos políticos discuten sobre si es bueno darle democracia al pueblo ignorante y sin educación para que ellos voten como si tuvieran la calificación intelectual para ello. Y uno de ellos, a modo de prueba, le hace una serie de complicadas preguntas al señor Stevens, ante lo cual éste replica simplemente y con educación, que no puede ayudarlo en esos temas. El es un mayordomo y está para servir, claro, pero si se piensa en las manadas de obreros de nuestra sociedad industrial e informática cuyos patrones piensan que están para servir y no para pensar (y si piensan, los despiden y contratan a alguien por un salario más bajo), en realidad los "trabajadores libres" no están mejor parados al respecto. Esta es, por supuesto, la muestra máxima de como la democracia falla si se concentra la educación en unas pocas personas, y también el capital.

IDEAL PARA: Ver una gran historia de amor, una película con grandes actuaciones, cine histórico de alturas, el viejo tema del tradicionalismo... Si eres una persona que usa sus neuronas para algo más que deslumbrarse con efectos especiales, alguna veta encontrarás en esta película que te gustará.

"Sueño de amor" (2002).


-- "Maid in Manhattan". Estados Unidos. Año 2002.
-- Dirección: Wayne Wang.
-- Actuación: Jennifer Lopez, Ralph Fiennes, Natasha Richardson, Stanley Tucci, Tyler Posey, Frances Conroy, Chris Eigeman, Amy Sedaris, Marissa Matrone, Priscilla Lopez, Bob Hoskins.
-- Guión: Kevin Wade, basado en una historia de John Hughes.
-- Banda Sonora: Alan Silvestri.

-- "Sueño de amor" en IMDb.
-- "Sueño de amor" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Marisa es una pobre chica latina que trabaja en un suntuoso hotel yanki, como doncella cambiacamas y barrepisos. Está separada, y como manda el lugar común, carga con un hijo, y su antiguo marido siempre tiene algo más importante que hacer, que estar en los momentos claves de la vida de su hijo (¿dónde he visto eso antes?). La vida en el hotel debe estar regulada como un reloj, está llena de detalles y protocolos, y todo tiene que moverse como una maquinaria bien engrasada. No hay lugar para desplantes personalistas de ningún tipo: los que cuentan son los de la alta, los que tienen el money, y no los pobres y sufridos siervos de la gleba que deben agachar la cabeza y limpiar la ducha (o peor). Pero la mejor amiga de Marisa no ha aprendido bien cuál es el nicho ecológico que debe ocupar, así es que en ausencia de una de las residentes, empuja a Marisa para que se pruebe un vestido. Por esos accidentes propios de las comedias románticas, es vista con dicho vestido por un elegante senador. Marisa, para salir del paso, no tiene más remedio que hacerse pasar como la ocupante de dicha suite. El político queda tan impresionado con ella, que la busca para seguir el romance, aunque por supuesto que en vano. Incluso, hasta se echa encima a la verdadera ocupante de la suite en cuestión, una ricachona con el cerebro apolillado por el poco uso, y desesperada porque su amante se ha largado y no llama, y que ahora ve su oportunidad de oro de cazar a un político famoso para salir en las portadas y sacarle celos al antiguo. El triángulo está servido, los enredos también, y... ¿alguien dijo "cenicienta" por ahí...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Con la altura de miras que otorga la retrospectiva, es claro que el gran giro en materia de comedias románticas fue la peli "La boda de mi mejor amigo", que entre otras cosas tuvo la virtud de resucitar la carrera actoral de Julia Roberts, quien estaba entregando algunos de sus mejores papeles actorales ("El secreto de Mary Reilly", por ejemplo), y por lo tanto, la audiencia le daba la espalda en masa. Tanto éxito tuvo la Roberts en esto de una segunda etapa de la comedia romántica a lo "Mujer bonita", que salieron de inmediato las clones. La más destacada fue Jennifer Lopez, quien desde sus inicios topless para Oliver Stone en "Camino sin retorno" o su interpretación de la cantante tex-mex Selena Padilla en "Selena", precisamente, estaba derivando hacia una figura mainstream con un penoso disco de canciones mascachicle ("On the six"), y comedias directamente calcadas del esquema Julia Roberts, aunque por qué no decirlo, en una versión más proletaria, que para algo la Roberts es una WASP, y Lopez tiene el exotismo de su raza latina (aunque sea nacida, criada y educada en el yankísimo Brooklyn... ¡misterios de la publicidad!). Esta peli fue su más ambicioso intento de consolidar su lugar como actriz taquillera en Hollywood. Con los resultados desastrosos que todos conocemos (se dice que Sandra Bullock y Hilary Swank hicieron lobby para obtener el rol, y a la vista de lo que pasó después, puede decirse que sus respectivos ángeles guardianes trabajaron horas extras en aquellos días). Y cuando me refiero a "resultados desastrosos", no me refiero a la taquilla (invirtieron 93 millones y obtuvieron 174)... Traguen saliva si aún así planean verla (o peor aún, repetírsela).

¿POR QUÉ VERLA?

-- El elenco actoral es quizás lo mejor de todo. Jennifer Lopez interpreta su rol de siempre (la latina sufrida que al final triunfa), y es por lejos lo más opaco del cuadro completo, lo que es bastante grave si la historia es tópica y además es la protagonista. Ralph Fiennes como el político hace lo que puede, y en verdad manifiesta su pericia actoral, aunque poco puede hacer con un papel tan por el libro como éste. En cuanto a los secundarios, Natasha Richardson se come a todos con zapatos, interpretando a la tercera en el triángulo amoroso y alejándola del estereotipo para darle una personalidad propia y distinguible, hazaña mayúscula tratándose de un papel plano como... como una hoja de papel, precisamente; aunque eso no debería sorprender a nadie, considerando que allí donde va la Richardson, todo está bien ("Gothic", "Patty Hearst", "Nell", y en particular su descollante protagónico en "La condesa blanca"). Y Stanley Tucci... Casi da vergüenza seguir alabando a este grande, que aquí interpreta al asesor del senador, y muestra su gran talento histriónico (a Tucci lo hemos visto en "Espías y pañales", "El informe pelícano", "Los enredos de Harry", "Sueño de una noche de verano", "El núcleo", "La terminal", "El diablo viste a la moda"... casi todas mejores que ésta). Y también aparece Bob Hoskins, el viejo detective Valiant de "Quién engañó a Roger Rabbit", como sucedáneo del Hada Madrina que ayuda a la chica a salir de su lío.

-- Puedo aguantar que la historia sea un trasunto del viejo cuento de la Cenicienta. Puedo aguantar la melaza romántica. Puedo aguantar que la prota sea sufrida. Puedo aguantar que el político sea un tipo derecho e idealista y no un corrupto infame como los de verdad. Puedo aguantar que este tipo sofisticado y elegante, que además viene de buena familia, prefiera quedarse con la camarera. Puedo aguantar que la camarera, de la noche a la mañana, adquiere etiqueta y modales y se comporta como una "de la alta". En resumen, puedo aguantar muchas cosas. Pero lo que no puedo aguantar es... ¡¡¡BOB HOSKINS RENUNCIANDO A SU PUESTO A SANTO DE NADA, SÓLO PORQUE EN EL ÚLTIMO INSTANTE DESCUBRE SU CONCIENCIA SOCIAL Y SE REBELA CONTRA SU CONDICIÓN DE ESCLAVO DE LOS MILLONARIOS!!! ¡¡¡QUÉ ESCENA MÁS IMBÉCIL, POR DIOS SANTO!!! ¡¡¡E INTERPRETADA POR EL GRAN BOB HOSKINS, PARA COLMO!!! ¡¡¡ES QUE ME QUIERO AFEITAR LOS PELOS DE LA COLA DE SÓLO RECORDARLA!!! ¡¡¡OH BASTET, CÓMO HAS DEJADO CAER A HOLLYWOOD EN EL VALLE DE LAS TINIEBLAS Y LA OSCURIDAD!!! Una cosa es citar casi por el libro a la Cenicienta original, y otra es tomarnos al público por estúpidos... En fin... Ya les dije que si no quieren verla...

IDEAL PARA: Reirse un rato. Pero no CON la película, sino A COSTA de ella (bueh, salvo por la Richardson y el señor Tucci).

domingo, 10 de febrero de 2008

"Lo mejor de nuestras vidas" (2006)


"Fauteuils d'orchestre". Dirigida por Danièle Thompson. Protagonizada por Cécile de France, Valérie Lemercier, Albert Dupontel, Laura Morante, Claude Brasseur, Christopher Thompson, Dani, Annelise Hesme, François Rollin, Sydney Pollack, Daniel Benoin, Françoise Lépine, Guillaume Gallienne, Christian Hecq, Julia Molkhou. Francia. Año 2006.

¿De qué se trata?
Jessica es una chica francesa (no se dejen engañar por el nombre angloparlante) que un buen día decide salir de la provincia y llegar hasta la Capital, hasta la Ciudad Luz, hasta donde el mundo entero gira y pasa y se ruedan las pelis francesas. Allí, buscando cómo demonios contratarse, en plan pícara al estilo Lazarillo de Tormes (Cécile de France, ¿OK?), consigue el imposible de contratarse en un café elegantoso en el cual nunca jamás han contratado a una camarera mujer hasta que llega ella. En torno al café y sus idas y venidas laborales, empieza entonces a conocer a un grupo peregrino de gentes. Uno de ellos es un compositor que, a pesar de tener una señora inserta en los círculos sociales firulíes, está hastiándose cada vez más de la pajarita del smoking y quiere seguir tocando música, pero desde la provincia y únicamente por eventos de caridad para moribundos portacánceres. Otro es un vejete que después de años y años de acumular una colección de pinturas, esculturas y toda clase de obras artísticas, de un día para otro decide desprenderse de todo eso en un remate, lo que le sienta fatal al hijo, que ya quería echarle mano a todas esas joyitas cuando el vejete pase a mejor vida, y que de paso odia a su madrastra, una tipa más joven que el mismo hijo, y a la que acusa de andar buscando sol para calentarse. Y finalmente tenemos a la loca e hiperkinética actriz que vive, muere, pena y suspira por aparecer en una gran peli de cine, porque ella, verán, es que ella nació para el rol de Simone de Beauvoir, para que se vean, y qué importa estar actuando al periclitado de Feydeau, o ser la jueza estrella en una soap opera franchute. Uno a uno, estos tres grupos de personajes se irán viendo influidos por la filosofía positiva y tiraparriba de nuestra esforzada prota provinciana, que con su desplante y simpatía infundirá nueva y radiante vida en estos aproblemados seres. O eso se supone que debemos creer, al menos.

El espíritu de los tiempos.
Aaaaaahhh, aaaaaahhh, aaaaaahhh... ¿Espíritu de los tiempos? Espíritu de los tiempos nada, dije, estaba demasiado embebido (ad)mirando a Cécile de France... Aaaaaahhh, Cécile... Aaaaaahhh...

¿Por qué verla?
- No a todo guionista deberían dejarlo dirigir su propio guión. El guionista piensa, por supuesto, que su guión es perfecto, y cuando lo ruede, pues bien, probablemente no le cambie ni una coma. Si el tipo es un genio escribiendo o dirigiendo (si en ambos, mejor), estamos a salvo, pero si el tipo es medianamente competente como el común de los mortales y nada más, entonces, Houston, tenemos un problema. En el caso de la peli que nos ocupa, Danièle Thompson es el guionista y director al mismo tiempo (bueh, el guión lo escribió con alguien más, pero es en esencia suyo). Esta peli está bien contada, es eficiente, tiene buenos personajes, pero algo queda en el aire... Esta clase de historias corales siempre importan un riesgo, y ese riesgo es que alguna de las historias, o todas, fallen en resultar interesantes, o bien que el hilvanado entre ellas sea carente de interés. Este es el caso. Porque las tres historias son sencillas y banales, y si bien se dejan ver sin fastidio, tampoco queda la sensación de haber visto cómo reinventaban la rueda al final de todo, precisamente. Y en cuanto al enlace, el personaje de Jessica, es simpatiquísimo a más no poder, pero verán, es que ella casi no interactúa con el resto, como no sea para servir de caja de resonancia de los problemas de los demás, y por lo tanto, como enlace es prácticamente inútil... A cambio, tenemos una película del género "feelin' fine", con tres historias que por ser mínimas y directas al grano, y con un final feliz sin ser rimbombante, deja un buen sabor de boca. Sumando y restando, es una buena peli, realizada con cariño, pero no es la cinta que te va a mostrar los nuevos rumbos del cine ni los misterios impenetrables del Sagrado Templo de la Cinematografía, precisamente.
- Cécile de France. Sin ella, esta peli se hubiera venido abajo como un plomo. Porque si hay algo que levanta esta peli, es el derroche de simpatía y carisma que deja esta francesita, y que contrata vivamente con lo mortecino del resto de los personajes (bien actuados, sí, pero con vivencias más bien deprimentes). A doña Cécile, con sus tempranos 30s muy bien llevados, aparte de su rol central en "Alta tensión" y de su paseo por Hollywood al lado de Jackie Chan en el remake de "La vuelta al mundo en 80 días", ya se había robado cámara en Cine 9009 siendo la coestrella de Gérard Depardieu en "El cantante". Aquí, pese a que su personaje es un nudo entre historias que en definitiva no anuda nada, sus apariciones esporádicas por aquí y por allá alivian la tensión y el drama de las otras historias.
- En cuanto a las historias mismas... La verdad de las cosas es que el grupete alrededor del remate no calienta a nadie, y cuando todo podría despegar, no despega nunca. La historia del pianista que quería vivir es demasiado abrumadora y, por qué no decirlo, reiterativa (ya saben, escena con el pianista quejica quejándose, nueva escena con el pianista quejica quejándose, otra escena más con el pianista quejica quejándose...), aunque el final de esta trama responde al espíritu, como decíamos, "feelin' fine" de la peli, y podemos ya ir sacando los pañuelos palomiteros de rigor. El tercio que le corresponde a la historia de la estrella de TV que quería volar, es por el contrario un punto alto, aunque sea por lo simpático de las neuras de la prota; además, se le hace un más que gran homenaje al incombustible director Sidney Pollack ("Yakuza", "Los tres días del cóndor", "El jinete eléctrico", "Ausencia de malicia", "Tootsie", "Africa mía", "Juegos del destino", "La intérprete"), dándole un pequeño rol nada menos que como un gran (ficticio, claro está) director de cine estadounidense... Ya quiero que me hagan en treinta años más un homenaje así a mí, presentándome como un gran y ficticio comentarista de cine... (soñar es gratis, dicen).
- Y, pues... Cécile de France, otra vez. Lo siento, la adoramos demasiado en esta platea.

IDEAL PARA: ¿...lo notaron? Admiradores de Cécile de France, por supuesto.

"Acuérdate de mi" (2003).


-- "Ricordati di me". Italia / Francia / Inglaterra. Año 2003.
-- Dirección: Gabriele Muccino.
-- Actuación: Fabrizio Bentivoglio, Laura Morante, Nicoletta Romanoff, Monica Bellucci, Silvio Muccino, Gabriele Lavia, Enrico Silvestrin, Silvia Cohen, Alberto Gimignani, Amanda Sandrelli, Blas Roca-Rey, Pietro Taricone, Giulia Michelini, Maria Chiara Augenti, Andrea Roncato.
-- Guión: Gabriele Muccino y Heidrun Schleef, basado en una historia del primero.
-- Banda Sonora: Paolo Buonvino.

-- "Acuérdate de mi" en IMDb.
-- "Acuérdate de mi" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Italia. Antaño fue un barrio fascista, luego fue un barrio yuppie, luego decayó y es un barrio... para ellos, nuestros protas. Que son cuatro. Está el padre de familia en un trabajo que no lo llena, que quiere volar, terminar su novela... Está la madre que años atrás sacrificó su promisoria carrera teatral para cazarse, perdón, casarse, e incubar prole. Está la hija mayor, una dieciochera (bueno, en realidad 17, pero casi 18) emperrada en hacerse famosa a como dé lugar, incluyendo encamarse con figurines de la TV para hacerse un lugar en el hueco mundo de los estelares con baile. Y está el otro hijo, que es... bueno, es... bien, cómo decirlo, es... En realidad, básicamente no es. No es nada, no es nadie, creo que me hago entender sin necesidad de insistir en el punto. Pues bien, resulta que nuestros cuatro personajes que comparten una misma familia casi como por milagro (y es que apenas interactúan unos con otros) emprenden cada uno sus respectivas búsquedas personales. El chico anda obsesionado con una chica que tuvo a bien darle un piquito alguna vez, y la quiere a ella y sólo a ella, aunque ella no quiere porque él no es lo suficientemente cool (lo que a su edad, en ese tiempo, significaba ser comunacho sin onda). La chica, por su parte, acude a un casting, y aunque no queda, consigue incrustarse como astilla en el ojo de un tipejo de la TV, con el que activa el servomotor abrepiernas para obtener la corriente eléctrica que la pondrá en imagen catódica por toda Italia. La madre, por su parte, tiene una impensada oportunidad de retomar su carrera dramática, y descubre cuánto había dejado de lado. Y el padre, por su parte, se reencuentra con un antiguo amor, con el que se embarca en una renaciente pasión volcánica y neumática que lo llevará a poner en crisis toda la delicada estabilidad familiar y podría hacer saltar la peli por los aires...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En los '60s, el cine europeo era sinónimo de B/N (y filtros monocromáticos más tarde), imágenes-secuencia de 20/25 minutos de duración, diálogos de absurda recarga filosófica, personajes alienados y abundante material mamario para la cámara. Afortunadamente, aunque una parte importante de la producción cinematográfica europea sigue por esos mismos aberrantes y herbertmarcusianos canales, otro importante grupo de cineastas se ha apartado de todas esas convenciones para tratar un tipo de cine más amigable con el público, entendiendo de una vez por todas que "serio" o "de calidad" no significa solemne o aburrido. Aunque podrían haber conservado la última costumbre, la del tema mamario, que a nadie le hacía daño, pero en fin, no siempre se gana...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una gran película sobre el tema de la desintegración familiar. Sin ser discursiva ni pedante, o acabar el asunto en moralina. Simplemente se trata de cuatro personajes que viven cada uno su propio mundo particular. Tomar la opción de contar cuatro historias paralelas, encajarlas en un miembro distinto de cada familia, y conseguir que las cuatro historias importen y pesen lo mismo, es fazaña no menor. Aquí consiguen el prodigio. La peli tiene un feeling muy natural y muy moderno (o casi, porque vemos adolescentes en el 2003, pero no usan I-Pod, no escuchan MP3 y no chatean por Internet, pero en fin...), sin caer en la imitación barata del drama yanki contentaDisney de toda la vida. El gran mérito es que consigue que nos interese como espectadores las vidas de los cuatro integrantes de la familia, a pesar de que en estricto rigor, los cuatro son miserables y patéticos perdedores, de la clase que en verdad, con miradita honesta al corazón, nadie quiere realmente ser. Y eso, sin juzgarlos, absolverlos por su lado humano debajo de la podredumbre moral, o condenarlos por el crimen de pecar contra Jehová (Paul Thomas Anderson podría haber aprendido algo de aquí antes de rodar la sobrevalorada "Magnolia", si ésta hubiera sido posterior). Simplemente contando la historia en neutro, y dejar que el espectador decida. Eso es respetar la inteligencia del espectador.

-- Los cuatro personajes son buenas representaciones de cuatro estereotipos sociales burguesoides por desgracia muy comunes hoy en día, y de los cuales, por mejor, hablaremos por separado. El padre es el tipo que antaño tuvo grandes sueños e ilusiones, pero que no sólo es un derrotado por la vida (ya sabes: la familia, los hijos, la política, los impuestos...), sino que además se derrota a sí mismo, siendo un gran y perpetuo coitus interruptus ambulante, ya que no es capaz de concretar nada con su amante (a la que por otra parte, vaya uno a saber si la quiere por ella, o simplemente por escapismo de su asfixiante medio ambiente), y tampoco puede escribir el capítulo final de su largamente inacabada novela. Lo interpreta Fabrizio Bentivoglio, y está la mar de bien, más allá de lo odioso y anodino que resulta su personaje. Por cierto, Monica Bellucci aparece a cuenta de él (ella es la amante), pero no se hagan ilusiones; ya no es como en "Drácula", que mostraba cuero sin empacho; ahora es famosilla y hace esta clase de roles que, pues bien... acá está de adorno y como reclamo publicitario para el afiche. Nada más.

-- La madre es su correlato femenino, que sacrificó una carrera actoral para servir a la familia en la casa, y después tiene la cara de gritarle (no decirle, gritarle, que ella es de la clase histericona) a su marido que todo el sacrificio es por culpa DE ÉL (como si ella hubiera dado el paso de la Gran Renuncia con una .44 en la nuca), y que a pesar de no remorderle el temita de los romances extramaritales cuando son propios, no tiene empacho en hacerle la casa el Infierno de Putas a su marido cuando éste toma igual camino. La actriz a cargo es Laura Morante, a quien, después de verla como frustrada esposa de pianista en la posterior "Lo mejor de nuestras vidas", empiezo a preguntarme si es una actriz que interpreta papeles de histérica, o una histérica metida a actriz. Bueh, quizás actúe con el útero, después de todo.

-- La hija "permuto vagina por TV" es interpretada por Nicoletta Romanoff. Como no la he visto en otros roles, me pregunto: ¿realmente es una gran actriz, o es una chiquilla hueca interpretándose a sí misma? Porque la verdad, el tema de la chica tonta para todo lo que no sea abrir las piernas le sale de lo más natural. Verla es tener la viva representación de lo que acá en Chile se conoce como la "Chica Mekano" o la "Chica LUN", la adolescente bien tonificada de músculos, pero que ya ni siquiera resulta interesante de físico de tan anoréxica que está. De hecho, el programa al que arriba como bailarina ("Alí Babá") está calcadito de programas chilenos como el decadente "Morandé con Compañía", o el por la Infinita Misericordia de Dios ya fenecido "MeKano", y en otros países debe haber clones de estas putrefacciones audiovisuales. Y algo de ironía debe haber en que quien llega al programa es ella, abriendo las piernas, y no su mejor amigui, que está harto más buena, si me preguntan.

-- El hijo está interpretado por Silvio Muccino (hermano del director de la peli, por si no notaron la coincidencia de apellidos). Es, con mucho, el personaje más patético de todos. Es un perdedor al que nadie hace caso, y que cuando una chica tiene a bien besarlo, aunque sea para pasar el rato, hace lo imposible por conquistarla, en vez de asumir una actitud viril, mandarla a volar, y construir su propio imperio con materiales más promisorios. Por eso le va como le va, después. Por desgracia existen muchos adolescentes así. Yo los mandaría, como terapia, a ver esta peli, para mostrarles todo lo que no tienen que hacer en esas edad en que las hormonas tratan de imperar.

-- El final. No lo revelaré, pero no es un final con moralina Hollywood. Gracias a Dios.

IDEAL PARA: Tener una visión de la vida familiar como (desgraciadamente) es, y no como debería ser (según el canon Hollywood).

jueves, 7 de febrero de 2008

"Amor en juego" (2005)


"Fever Pitch". Dirigida por Bobby Farrelly y Peter Farrelly. Protagonizada por Drew Barrymore, Jimmy Fallon, Jason Spevack, Jack Kehler, Scott Severance, Jessamy Finet, Maureen Keiller, Lenny Clarke, Ione Skye, KaDee Strickland, Marissa Janet Winokur, Evan Helmuth, Brandon Craggs, Brett Murphy, Isabella Fink. Estados Unidos. Año 2005.

¿De qué se trata?
Había una vez un niñito triste, triste, triste, tan triste que lo llevaron una temporadita a vivir con su tío. El tío en cuestión era no era de los que te cuentan cuentos antes de dormirte y otras zarajandas mermelosas como ésa, sino que era... ¡¡¡CHACHÁAANNN!!! ...fanático del béisbol. Así es como nuestro pobre individuo dejó de ser alguien útil y rentable para la sociedad, para transformarse en esa clase de acólito religioso que se llama "fanático de un equipo". Pasan los años, y pasan, y pasan, y nuestro buen fanático ahora le envenena las mentes a un grupo de indefensos niñitos, desde su púlpito como profesor. Y los lleva a estudiar la Geometría en terreno, y eso significa visitar una agencia de publicidad, experiencia que será muy de provecho porque entre equiláteros y escalenos encuentra muy geométrica a Drew Barrymore. El flechazo es instantáneo, pero ambos, pues ejem, no sé, ¿deberían darse la oportunidad? Después de pensarla y repensarla, deciden que sí, así es que empiezan a salir. La primera cita es un desastre, pero el tipo tiene corazón de oro, y la chica, harta de individuos que afrontan la relación de pareja como sementales en competencia, se relaja, y así todo marcha bien... Hasta que empieza la temporada oficial de partidos del béisbol. Y nuestro fanático deportivo sufre una extraña transmutación, se pone un turbante sobre la cabeza, y empieza a rezar un gangoso "¡¡¡allah allah allakbarillah allah illahah ahallah MIEQUIPOESMIDIOS akbará allah akbará...!!!". ¿Conseguirá nuestra heroína romántica enderezar a nuestro pobre y penoso fanático deportivo, o éste la arrastrará al oscuro submundo de la hinchada búscateunavida...?

El espíritu de los tiempos.
Déjenme hablarles de un sujeto llamado Asopico de Orcómeno. Venció en los Juegos Olímpicos, hace la sintirrimurrada de dos milenios y medio atrás. ¿Qué hace tan importante a este deportista? De sí mismo, nada. Sabemos de él (lo nada que sabemos, aparte de su nombre y lugar de procedencia), gracias a que el poeta griego Píndaro lo inmortalizó dedicándole la Olímpica XIV. ¿Alguien se ha tomado la molestia de conservar para la posteridad, aparte del arte lírico de Píndaro, el nombre de los grandes deportistas vencedores de los Juegos Olímpicos, o de cualquier otra justa deportiva griega (y por Dios que las tenían, Juegos Itsmicos, Píticos, Nemeos...)? ¡¡¡NO!!! ¿Y ese NO, por qué...? Simplemente porque, y lo escribiré en mayúsculas, LAS HAZAÑAS DEPORTIVAS NO TIENEN NINGUNA IMPORTANCIA EN EL DEVENIR DE LA HUMANIDAD. Frente a este hecho elemental, existen dos clases de personas: los que valoramos la cultura y el arte por encima del deporte, que somos también los que creamos progreso, tratamos de llevar luz a la sociedad, creamos nuevas medicinas, exploramos las ciencias y el arte, y en definitiva entregamos la civilización y una vida mejor, y aquellos pobres paganos quienes valoran el deporte por encima de la cultura y el arte, cuyos grandes logros se reducen a hacer el Homero Simpson, apoltronados en su sofá tomando cerveza. Pifien lo que quieran quienes estén en desacuerdo, pero para desgracia de quienes tomen la posición contraria, seis milenios de historia civilizada me avalan. Eso no quiere decir que el deporte deba ser desterrado de la vida civilizada o algo así. No. Como decían los griegos, "mente sana en cuerpo sano"; el deporte y el ejercicio siempre son positivos para la buena salud, aunque por supuesto dentro de sus límites. El fanático deportivo es, en ese sentido, un lastimoso derroche de energías para la Humanidad. El cómo se vive entonces esta experiencia abiertamente irracional, fue objeto de una obra del novelista inglés Nick Horby, que fue adaptada para el cine en 1997, y fue después remakeada por los Hermanos Farrelly en el 2005, versión que ahora nos ocupa. Ya saben: si el fanatismo deportivo de finales del XX y comienzos del XXI se conserva para la posteridad, no será por una secta de lunáticos emperrados en que la historia empieza y acaba con su equipo deportivo favorito, sino por el talento de Nick Horby, o al menos, por el esfuerzo de sus adaptadores para el cine... (¡quién diría, Píndaro ha sembrado escuela veinticinco siglos después de cadáver!).

¿Por qué verla?
- Es una interesante aproximación al fenómeno del fanatismo deportivo. El fanatismo de cualquier clase es nefasto para la Humanidad porque crea una visión unidireccional de las cosas, y por lo tanto nos priva de enriquecer nuestra experiencia con puntos de vista ajenos al nuestro. El fanatismo deportivo no escapa a esta regla. La peli nos refleja al fanático deportivo con toda la carga de patetismo que es posible incoarle. Pero tampoco busca estigmatizarlo convirténdolo en un muñeco, un fantoche o un personaje de caricatura, sino que sigue siendo una persona de carne y hueso, con lo que la crítica se hace todavía más dura, porque es necesario la inteligencia del espectador para entender cuán patético es el pobre diablo que prefiere ser un eterno perdedor cómodamente empotrado en su aburrida y predecible vida, a intentar por una vez en la vida ganar, aunque se corra el riesgo de perder en el camino.
- Los Hermanos Farrelly en sus pelis han ido un tanto de menos a más, desde la comedia más bien insulsa e idiotizante al estilo del temprano Jim Carrey ("Tonto y retonto"), hasta productos más finos y con mayores lecturas entre líneas, giro que venía más o menos anunciado desde "Amor ciego", y que prosiguió con esta peli y con la injustamente desvalorizada "La mujer de mis pesadillas". Antes de esta última rodaron este remake, en el cual se muestran contenidos y sin su estilo habitual de humor grueso. Algo que es un punto a favor o uno en contra, según se mire. A favor, porque es una peli un poco más "normal", y por ende más accesible a ese sector del público que es reacio a los chistes de fluidos corporales y discapacidades varias, propios del "humor" a la Farrelly. En contra, porque... Bueno, no parece una peli de los Hermanos Farrelly. Es buena, sí, pero no parece una de ellos. Por otra parte, no trabajan con una idea original, sino que ésta viene en préstamo desde otra parte, así es que... Bien, no sé si considerar todo esto como a favor o en contra. Lo entrego al criterio de ustedes (sí, sé que ustedes tienen criterio, o de lo contrario no leerían Cine 9009).
- Los actores están bastante bien y sin estridencias. Jimmy Fallon le da humanidad a un personaje que en principio no podría tenerla por ninguna parte; recordemos que este individuo es otro subproducto de la línea de ensamblaje de la factoría humorística de SNL, como su contemporáneo más exitoso Will Ferrer (y en el pasado, Steve Martin, Bill Murray, Eddie Murphy, Chevy Chase, y un etcétera demasiado largo para reseñarlo entero). Drew Barrymore, por una vez, no trata de ser over-the-top, empeñada en ese tiempo como estaba por salirse del molde de heroína de comedia romántica con prota femenina torpe, actuando en "Confesiones de una mente peligrosa" o "Duplex" (aunque volviera a las andadas con la anodina "50 primeras citas"). Y como la peli se trata casi absorbentemente de ellos, pasaremos del resto, que está casi como comparsas.

IDEAL PARA: Entender qué hay en la mente (¿mente, dije?) de un fanático deportivo.

"La copa" (1999)


"Phörpa". Dirigida por Khyentse Norbu. Protagonizada por Orgyen Tobgyal, Neten Chokling, Jamyang Lodro, Lama Chonjor, Godu Lama, Thinley Nudi, Kunsang, Kunsang Nyima, Pema Tshundup, Dzigar Kongtrul, Dhan Pat Singh, Oga, Raj Baboon, Jamyang Nyima, Pema Wangchen. Bután / Australia. Año 1999.

¿De qué se trata?
Son tiempos revueltos para los lamasterios (lo mismo que los monasterios, pero con lamas tibetanos en vez de monjes). Hace una puntada de años, su gran autócrata y líder espiritual tuvo que salir por pies, debido a la, ejem, "colonización" que China hizo del Tíbet. Y ahora, viene el fútbol. Porque dos catástrofes han caído encima de un monasterio emplazado en la pequeñísima república de Bután, tan pequeña que debe ser muy bueno el mapa para que alcance a aparecer su bandera (va en serio, no sólo existe un país llamado Bután, sino que además, produjo una película, para que vean). Pues bien, la primera catástrofe son dos refugiados que llegan desde el otro lado, dos chicos reclutados para ser monjes y tener una vida de placid... perdón, de vaganc... perdón, de estudio y meditación, y que pronto se ven arrastrados a la segunda catástrofe: es el Mundial de Fútbol, Francia 1998 para ser concretos, y uno de los críos del lugar está decidido a verlo. Aunque para eso tenga que arrancarse del lamasterio con algunos compañeros. Y tenga que violar todas las reglas. Y finalmente, que deba embarcarse en una ímproba empresa para arrendarle al vecino una antena parábolica con la cual ver la final del Mundial (cuando decimos "vecino", tratándose de Bután, es más o menos de una montaña a la siguiente, o quizás un poco más allá).

El espíritu de los tiempos.
Sin lugar a dudas, uno de los principales temas de las cinematografías no yankis (o sea, las que apenas caen en Cine 9009 por ser preferentemente aburridas, y como a mí no me pagan por reseña, pues bien...), uno de sus temas, como decía, es el choque de civilizaciones, de cómo el mundo occidental impacta los tranquilos reductos de paz y serenidad de otros lugares. Porque resulta que en estas películas los nativos siempre son tontos y se entusiasman con lo peor de Occidente, y no con sus más excelsos logros (y si así fuera en verdad, pues bien, se lo tienen merecido, por tarados). En esta peli no se enamoran de Mozart, ni de Leonardo, ni de Gaudí, sino que de... ¡qué vamos a hacerle! ...del fútbol. Cómo será, que incluso se transformó en la primera peli de Bután en salir al mercado cinematográfico internacional.

¿Por qué verla?
- Sé lo que van a decir. Es una peli no yanki. Es una peli sobre monjes y tradición. Es una peli sobre choque cultural. Es una peli sin tías buenas en traje de Eva y sin violencia. O sea, tiene todos los créditos para ser un latazo apto sólo para intelectualoides omnívoros o poseros. Y... ¿qué creen? La peli es buenísima. La anécdota es desopilante, por cierto. Se trata de unos monjes budistas que, varados en la cima del mundo como se encuentran (literalmente, si Bután está empotrado entre montaña y montaña de los Himalayas), se entusiasman con el fútbol y empiezan a ver y vibrar con los partidos. Ni dudar que la anécdota, en manos yankis, hubiera caído en una comedia de golpe y porrazo, con Adam Sandler haciendo el idiota mientras trata de conseguirse una tele donde ver el partido (o, con algo más de suerte, pero no mucha más, con Ben Stiller o Jack Black haciendo lo suyo). Y ni dudar de que, en manos de un director cultureta, hubiera acabado en una pesada reflexión hiperintelectualizante sobre el choque de la globalización contra las buenoides e idealistas culturas originarias, un poco en plan "Baba"... perdón, "Babel". Pero no. El director hace uso de la lección más antigua del cine, cual es "si tienes una historia que contar, ¡cuéntala, demonios!, y no pontifiques sobre ella". Así. Sin vueltas. La anécdota es simple, y el planteamiento es también sencillo. Justamente los ingredientes para conseguir una buena peli. Por cierto, al empezar es un tanto morosa, pareciera que no va a arrancar nunca, y el espectador avisado puede ponerse a pensar "¿es que me metieron otra castaña cultureta?". No se preocupen, porque se pone cada vez mejor por el camino.
- Los personajes están perfilados con trazos simples, incluso gruesos, pero efectivos. Está el líder de la sect... perdón, del lamasterio, que vive medio desconectado de la realidad y añora regresar al Tibet, y a quien el fútbol no digamos que le resbala, sino que pregunta sobre qué rayos es eso (bueh, sin groserías, es el CEO del lamasterio, ¿OK?). Está el segundo al mano, el henchman de rigor, que puede ser bastante duro, pero no es el ogro ridículo de las pelis yankis sobre estudiantes iniciándose sexualmente, sino que puede ser, dentro de su rudeza, alguien comprensivo y hasta, en algún minuto, cariñoso. Está el tipo que está medio loco y que se gana la vida vendiendo profecías, y que tiene a su cargo algunas de las mejores escenas. Y los monjes subordinados, ninguno de los cuales está demasiado bien perfilado, tienen sin embargo carisma por sí mismos.
- El tema de choque de culturas es tratado con amabilidad y benevolencia, pero no por eso la película deja de ser corrosiva. Esto se representa por un conflicto generacional: el más viejo no tiene idea de qué es el fútbol, el adulto sabe, pero no puede decir mucho que sabe. Y los jóvenes prenden y se entusiasman con el asunto. Precisamente es la ignorancia del vejete, con sus preguntas ingenuas, lo que origina algunas de las situaciones más punzantes; a medida que dialoga con su henchman, se hace la idea de que el fútbol es una especie de pelea campal, con algo de violencia, pero (para su alivio) sin sexo... Y llega a lo sublime cuando pregunta qué se gana, su segundo al mando le responde que una copa, y él se limita a sonreir afablemente, mientras se toma una taza de té con una humilde copa de madera... Sutil y efectivo. Por cierto, la película viene sin moralina. Los tradicionalistas no son pintados como ogros malos o directores rígidos que se oponen al progreso y las nuevas ideas. Tampoco es una peli de reivindicación de los viejos valores, poniendo a los jóvenes como inexpertos que deben aprender a respetar su pasado cultural y otras cosas. En rigor, no hay ningún personaje que pudiéramos decir sea el "villano" o el "antagonista" de la historia.
- Hay algunas secuencias hermosas y multitud de detalles sobre la vida de un lamasterio que, para el que no conoce de estos temas, pueden ser instructivos y asombrosos. Aparecen los monjes tomando té a la manera tibetana, por ejemplo, esto es, con mantequilla y sal (sí, leyeron bien: mantequilla y sal). Aparecen sus rezos y costumbres. Aparece su dieta. Pero nada de esto se muestra por prurito comercial o para ponerlos en exhibición en la vitrina de un mall, como ocurre con los filmes occidentales sobre el tema (no quiero echar al agua a nadie, pero se me viene a la mente "El pequeño Buda", ejem)... En suma, aparece el lamasterio como un modo de vida más sobre el mundo, ni el más perfecto ni el mejor, sino un modo de convivir y organizar las cosas en una sociedad peculiar y en un tiempo peculiar.

IDEAL PARA: Ver una peli buena sobre monjes (aunque sean monjes budistas); y por una vez en la vida, sobre el choque de culturas sin que los "buenos" sean los peones favoritos del director.

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